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No suele ser habitual ver a Urdiales realizar el paseíllo destocado en una plaza de toros, la de Gamarde fue testigo de la presentación del espada en una tarde en la que el de Arnedo se las vio con el yin y el yang del ... toro. En primer lugar se las vio con un deslucido ejemplar de Castillo de Huebra que saltó al ruedo vareado. El torero intentó hacer su toreo por ambos pitones y aprovechó el derecho que fue el de mejor condición. El coletudo sacó agua de un pozo prácticamente seco y esbozó muletazos, de uno en uno, de gran belleza que llegaron al tendido. Dejó más de media estocada en lo alto y el astado cayó rodado.
El cuarto del festejo se encontró con el vuelo sutil del capote del arnedano que lo recibió con un ramillete de verónicas de marca riojana. El riojano se despachó a gusto toreando de capa y recetó lances con el compás abierto con mucha clase. En el caballo el de Castillejo fue con alegría al encuentro con el picador y eso fueb lo que duró. En el último tercio se vino abajo, se desplazaba sin decir nada, sin alma alguna y salía desentendido del engaño. Diego Urdiales enterró la tizona hasta los gavilanes y fue premiado con una ovación tras aviso.
Plaza de toros de Gamarde-les-Bains Lleno de 'no hay billetes'
Toros de Castillejo de Huebra
Diego Urdiales, de sangre de toro y oro silencio y ovación
Clemente, de blanco y oro silencio y palmas
'El Rafi' de azul eléctrico y oro, oreja y oreja
El segundo del fefstejo careció de ritmo. Clemente lo lannceó por verónicas de más plasticidad que profundidad y con la muleta llegó al graderío con un rosario de circulares. Marró con los aceros y escuchó dos avisos. El que hizo quinto resultó ser un cornúpeta con fijeza. El bordelés se gustó a la verónica en el recibo mientras que co la pañosa firmó una faena larga y con altibajos de la que lo más destacad fueron un par de tandas al natural. Volvió a errar en la suerte suprema y le dieron dos recados del palco.
'El Rafi' cortó una oreja en el tercero al que saludó por delantale a un animal que mostró buen aire. El diestro supo aprovechar la embestida franca que el burel regalaba por el pitón derecho. Sintonizó con el público a base de un concepto muy personal y ligando pases. El tapabocas calló en arriba pero el toro tardó en doblar. El de Nimes obtuvo un apéndice y el astado fue despedido con palmas en el arrastre. El último capítulo tuvo como argumento ser el mejor del encierro. Desarrolló la virtud de la continuidad y protagonizó embestidas bollantes por el izquierdo. 'El Rafi' exprimió las virtudes del cierraplaza y planteó una actuación vistosa que caló en el graderio. Prendió el acero en buen sitio y sumó otro trofeo que le sirvió para abrir la puerta grande.
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