El destino

Se trata de una robusta pieza de Serie B que con el tiempo ha ganado adeptos y citada como una referencia del género por su minimalista puesta en escena y una trama sencilla construida con los mejores paradigmas. Construida como en un drama desasosegante sobre el infortunio del destino y el sempiterno mal fario del perdedor.

Al Roberts (Tom Neal) vagabundea por una carretera y se detiene en una cafetería. Angustiado por sus últimos días reflexiona sobre su atormentada existencia y su voz interior, en off, nos cuenta su desafortunado deambular. Un largo flash back narra que las decisiones tomadas en caliente por amor acarrean problemas. Abandona un garito de copas donde ejerce de pianista y en autostop se monta en coches dirección a Los Ángeles en busca de su compañera. Un hombre lo recoge y le deja conducir de noche mientras él duerme. A partir de aquí suceden una serie de irónicas casualidades que le hacen sentir como un monstruoso criminal. La aparición de una mujer, Vera (Ann Savage), complicará todavía más su rocambolesco devenir.

Edgar G. Ulmer fue un aplicado estajanovista que abordó distintos registros siempre con su admirable concreción y una capacidad de síntesis sólida. El guion de Detour es un prodigio de armazón sobre el remordimiento y la culpa. Una historia retorcida sobre el azar. Un relato sobre un buen tipo romántico que desea mejorar su porvenir y cómo su futuro se torna fatalista por la mala fortuna de los perdedores.

Falso culpable y mujer insensible y vanidosa. La premisa funciona y la conciencia es un castigo para un hombre sin suerte.