Descubrir a la autora

Esta hermosa y combativa pieza se abre con un bello poema de Lejárraga: «Todo ello era, tiene que seguir siendo, porque lo que una vez llega a ser no puede caer en la nada». Con este comienzo se sienta el basamento de la articulación del discurso de Hojman, que no es otro que poner autoría allí donde solo existía un seudónimo.

Desde los primeros compases la directora manifiesta, con fotografías e imágenes de archivo, sobresaliendo la palabra de la narradora off, Kiti Mánver, la destacada trascendencia de mujeres inusuales que lucharon, desde finales del siglo XIX, por la autoestima de la feminidad como un género depositario de la vida pero también como una pasión inabarcable.

La película está estructurada en dos partes. En el primero, 'Gregorio y yo', se aborda la contradictoria capitulación de María, que al sentirse menospreciada por su padre cuando publicó su primer texto decidió que su futura y fecunda obra aparecería con el nombre de su marido, el empresario y lenguaraz, Gregorio Martínez Sierra. Lejárraga actúa así porque estaba enamorada de Gregorio y este la respetaba y la dejaba escribir. Como dice, con mucha sorna, Rosa Montero, «como para no dejarle escribir».

El segundo bloque se titula 'A las mujeres de España', un trayecto entre político y literario. María participa en todos los movimientos progresistas de la época postulándose por el espacio y el tiempo para las mujeres a la vez que, en el plano productivo, no descansa hasta la muerte de Gregorio, en 1948, y tiene que encarar la difícil realidad de haber muerto en vida.