J.M.L.
Guadalajara
Lunes, 5 de agosto 2024, 11:08
El yacimiento paleontológico del Abrigo de la Malia, en Tamajón (Guadalajara), ha puesto al descubierto las evidencias más antiguas de asentamiento de los primeros humanos modernos en el centro peninsular. Hasta ahora se pensaba que el centro de la Península Ibérica había sido un lugar ... inhóspito e inhabitado durante los primeros milenios del Paleolítico superior. Sin embargo, un equipo internacional liderado por investigadores del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana y la Universidad Complutense de Madrid ha encontrado evidencias de ocupación de humanos modernos hace unos 30.000 años.
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El trabajo, que se ha publicado en la revista >, llena un vacío en el estudio de esta etapa del ser humano y desafía el modelo de poblamiento peninsular que hasta ahora se conocía de los primeros Homo sapiens. Y es que, hasta la fecha, no se había documentado una sola evidencia de presencia humana en el centro peninsular desde que los neandertales migraran a la costa hace 42.000 años hasta la colonización del territorio por parte de los primeros humanos modernos (Homo sapiens), conocidos también como cromañones hace unos 30.000 años, encuadrado ya en el periodo conocido como Gravetiense.
Según los autores de este estudio, encabezados por Nohemí Sala y Adrián Pablos, de la Universidad Complutense de Madrid y del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana de Burgos, respectivamente, >. La disponibilidad de recursos, el clima o la existencia de barreras geográficas o ecológicas determinaron esta circunstancia. En el caso de la Península Ibérica, al encontrarse en el extremo suroccidental de Europa, funcionó como refugio para las poblaciones paleolíticas pero el poblamiento fue desigual, de tal forma que se han hallado numerosos yacimientos del Paleolítico superior en la cornisa cantábrica y también en las costas atlántica y mediterránea.
Además, se consideraba que durante aproximadamente 15.000 años el centro peninsular fue un lugar inhabitable para las primeras poblaciones de Homo sapiens de la cultura Auriñaciense. Este periodo coincidió con un momento de fuerte inestabilidad climática con un enfriamiento paulatino en el centro peninsular. Sin embargo, el yacimiento del rocoso Abrigo de la Malia ha arrojado nuevos datos sobre ese período de 15.000 años demostrando que sí hubo presencia humana.
Herramientas líticas y restos de animales con marcas de corte producidos por cuchillos de piedra en dos niveles estratigráficos diferentes (entre 36.000 y 31.000 años y entre 27.000 y 25.000 años) sugieren >, según aclara esta investigación. Estos hallazgos también han permitido rastrear cómo fueron las condiciones climáticas en ese momento y lugar con el estudio de los sedimentos, la asociación de microvertebrados, el análisis paleobotánico a través los granos de polen y los carbones y los estudios de los isótopos estables en fósiles de ungulados. La conclusión es que hubo un cambio climático entre esos dos períodos de tiempo con temperaturas más frías, ambientes más áridos, escasez de bosques y menor disponibilidad de agua.
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Condiciones más duras que no afectaron a las estrategias de subsistencia de los humanos que ocuparon este abrigo rocoso ya que se ha observado el mismo tipo de consumo de presas en ambos periodos.
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