Cuevillas, una saga de armas tomar entre la guerrilla y el carlismo

En 1810, la joven Dominica Ruiz de Vallejo y Torre, natural del valle burgalés de Mena, contrajo matrimonio con Ignacio Alonso, por aquél entonces viudo, con 46 años y varios hijos a su cargo. Recién casada se unió a la guerrilla, pues era una amazona soberbia que cabalgaba al «estilo americano». Dominica no sólo colaboraba en las labores de intendencia y vitualla, sino que también era un soldado más. Cuentan las crónicas que en Santo Domingo de la Calzada segó la vida de tres soldados franceses.

Finalizada la Guerra de la Independencia, el de Cervera solicitó a Fernando VII convertir su apodo en apellido, por lo que desde ese momento se llamó Ignacio Alonso Cuevillas Zapatero.

Los hijos de la primera mujer de Cuevillas (Catalina Remón), Ignacio e Hilario, también hicieron carrera militar. El mayor, Ignacio Alonso Cuevillas Remón, acompañó a su padre en la guerra contra el francés y, posteriormente, en las refriegas en favor del absolutismo durante el Trienio Liberal (1822), secundando al conde de España. Fue en este episodio cuando los Cuevillas asesinaron a los trece jóvenes de Briñas

Iniciada la I Guerra Carlista (1833-1840), Ignacio Cuevillas hijo, conocido como el Menor, y el también exguerrillero burgalés Jerónimo Merino prendieron la revuelta contra la reina Isabel II en Castilla la Vieja, sobre todo en Burgos y Soria, donde movilizaron a más de diez mil hombres.

Durante esta contienda, Ignacio Alonso jugó un papel relevante en el bando apostólico, donde llegó a ejercer el cargo de ayudante de campo del infante Sebastián Gabriel. El hermano pequeño, Hilario Alonso Cuevillas Remón, alcanzó el grado de brigadier y estampó su firma en el Convenio de Vergara, por parte del bando carlista, en representación del Batallón de Húsares de Cantabria, junto al de Baldomero Espartero por el bando liberal.