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Establecer una relación de confianza con el paciente constituye uno de los logros más difíciles y fructíferos en la medicina. La obtención de esa confianza influye notablemente en aspectos tan importantes como el adecuado seguimiento de las prescripciones o la misma fiabilidad de la ... historia clínica, sin contar con las frecuentes imbricaciones psicológicas, que deben ser tenidas muy en cuenta en determinadas patologías.
El maquillaje de hábitos no saludables o la ocultación de algunos datos que el paciente considera comprometidos (y hasta humillantes) son, por desgracia, bastante frecuentes cuando el médico es visto como una persona distante y escasamente comprensiva y empática. Para evitar este tipo de problemas, resulta muy conveniente que el médico resalte la necesidad de una participación activa por parte del enfermo para lograr su curación.
Si el paciente admite y asimila este planteamiento, se habrá avanzado mucho en la responsabilidad para el seguimiento de tratamientos incómodos, así como en el descarte de perniciosas alternativas basadas en engaños o en productos supuestamente milagrosos. Y también en la superación de tabúes que propicien la ocultación o el amañamiento de datos que puedan desconcertar al médico.
Las experiencias en consulta demuestran que una adecuada gestión de las emociones del paciente influye en la efectividad práctica de los tratamientos. El médico debe transmitir al enfermo que es él, y no otro, el verdadero protagonista de su salud y no debe poner en riesgo su principal capital, que es la vida. Este planteamiento le ayudará a tomar las decisiones más adecuadas y a defenderlas activamente con el seguimiento responsable de todas las prescripciones.
A nivel teórico, los motivos para confiar en el médico son evidentes, ya que se trata del profesional específicamente cualificado para tratar la patología que el paciente le plantea. Sin embargo, solo la buena relación entre médico y enfermo convierte esa confianza en una herramienta práctica muy efectiva. Los especialistas veteranos saben mucho de esto.
Muchas veces es importante la segunda opinión en medicina. La búsqueda de seguridad constituye una de las primeras aspiraciones del ser humano, por naturaleza inseguro. Dicha aspiración se acentúa en el caso de sufrir una enfermedad, cuyo origen y curso futuro, al ser materia desconocida por el paciente, le suponen una verdadera fuente de angustia.
No resulta extraño, pues, que muchos enfermos tiendan a requerir una segunda opinión sobre el diagnóstico de sus dolencias, sobre todo si consideran al primero particularmente desfavorable. Este planteamiento se ve, además, alentado por la numerosa información (no siempre fiable) suministrada por una variada gama de canales, especialmente Internet. Las redes sociales se han convertido también en todo un caudal de experiencias, opiniones y consejos que, frecuentemente, contribuyen más a incentivar la zozobra que a infundir tranquilidad.
Recabar una segunda opinión en medicina resulta aceptable, incluso conveniente, siempre que se cumplan algunas condiciones básicas. La primera es que el intercambio de información se efectúe entre auténticos especialistas en la materia y no (lo que ocurre frecuentemente) entre la prescripción del médico y el consejo de algún desaprensivo sin la adecuada formación o la experiencia de un amigo.
La segunda condición es que la opinión médica se solicite a un centro o a un especialista de referencia, con el objetivo de mejorar o complementar el primer diagnóstico. Y el tercer requisito es que se siga considerando, tras una reflexión serena, que la petición sobre un segundo diagnóstico aliviará efectivamente una inseguridad que hace sufrir al paciente. Las nuevas tecnologías están facilitando considerablemente el contraste diagnóstico en medicina. El intercambio de información clínica resulta hoy mucho más rápido, gracias al envío de imágenes y a la conexión, al momento, de experiencias y opiniones. Pero estos avances tecnológicos, con ser muy importantes, deben mejorar y no sustituir la necesaria cercanía entre el enfermo y su médico, dado que el factor humano resulta fundamental para el tratamiento con éxito de varias afecciones con una fuerte imbricación psicológica.
En cuanto a mi especialidad, la dermatología, confíe en su dermatólogo, no solo para el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades de la piel, sino también para el cuidado de la piel sana.
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