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JAVIER ARMAS/M.I.
Miércoles, 29 de agosto 2018, 23:17
Logroño. La crisis llega hasta lo más clásico. Los conciertos en vivo de música sinfónica sufren «una galopante crisis» y, por tanto, necesitan desesperadamente una revisión. Esta es una de las conclusiones que se pueden extraer del estudio realizado por el profesor del área de música de la Universidad de La Rioja (UR) Miguel Ángel Marín, también director del programa de música de la Fundación Juan March.
Ante la falta de bases de datos tanto en España como en el exterior, Marín decidió, gracias a la web británica 'Bachtrack.com', realizar un análisis de más de 5.000 conciertos en todo el mundo entre los años 2010 y 2015.
Su estudio, titulado 'Reto al oyente: cómo cambiar tendencias en la programación de la música clásica', tenía como principal objeto observar las propias tendencias a nivel mundial. Con esta tesis, Marín se dio cuenta de que «los autores o compositores más interpretados coinciden, en gran medida, con otros análisis realizados a nivel nacional».
En opinión de Marín, el «principal problema» de los conciertos de música sinfónica es el anclaje que sufre su programación, con una gran cantidad de autores de los siglos XVIII y XIX. «El gran repertorio clásico-romántico predomina de una manera casi obsesiva», comenta. Esto es debido, en gran parte, por la ruptura que hubo en la música sinfónica, como en otras artes, con la llegada de las Vanguardias a principios del siglo XX. Estos autores empezaron a componer «de espaldas a la sociedad».
Otro obstáculo a evitar por las programaciones de música clásica es el círculo vicioso en el que «ha caído la organización» de los eventos sinfónicos, ya que los oyentes no están acostumbrados a obras más complejas que las habituales, por ende, no se programan, y viceversa.
Asimismo, «se produce una situación que no es positiva», afirma Marín. Pero a efectos prácticos, muy pocas instituciones y programadores «tienen la capacidad, el coraje o la visión de escoger y llevar a cabo unas estrategias organizativas distintas, en muchas ocasiones por el temor a disminuir su venta de entradas», explica».
Los grandes genios clásicos de diferentes artes tienen una notable presencia en dichos ámbitos, pero no de la forma que la tienen en la música sinfónica, donde ningún compositor vivo figura entre los 33 más interpretados en los conciertos de este estilo musical. El ejemplo a seguir se encuentra en el teatro, donde obras de Shakespeare, el Siglo de Oro o los grandes dramaturgos clásicos aparecen en las carteleras junto a muchas producciones nuevas.
Si bien en España nunca ha habido tantos conciertos, festivales e instituciones musicales como en estos momentos, sin embargo los repertorios sinfónicos no han tenido la cabida que cabría esperar. Por ello, en nuestros días existe «una situación anómala» ya que siempre se han interpretado las obras de los momentos históricos en cuestión. Algo que no ocurre en la actualidad en la música instrumental.
La crisis de los conciertos en vivo de música clásica viene acompañada desde el 2008 por su homóloga económica mundial. Igualmente, las nuevas tecnologías tienen también un enorme peso en el decrecimiento de la venta de entradas. Esto llega provocado por «el cambio de paradigma que supone el acceso a la música digital en la medida en la que ahora es fácilmente accesible y es en muchas ocasiones gratis o a precios muy económicos y la oferta es muy amplia», señala Marín. Esto ha podido provocar el descenso a nivel mundial de asistentes a dichos conciertos.
Esto puede arreglarse con un ámbito aislado por nuestros gobernantes: La educación. En los últimos años, «la formación musical en la educación española ha decaído, y esto es algo que vamos a pagar caro», explica el musicólogo. Se podría decir que «hay un problema de base muy importante». «Sólo se conoce aquello que se ama», esta es una frase que resume a la perfección el mundo artístico. Este experto en musicología determina que «si los medios generalistas y la educación básica no se interesan por la música sinfónica, se le introduce en un reducto».
Cada público necesita buscar su equilibrio musical pero, sin duda alguna, es posible encontrar la unión perfecta entre lo antiguo y lo nuevo. Grandes clásicos como Bach o Beethoven, o las magníficas bandas sonoras de Hans Zimmer o John Williams.
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