Pinceles, libretas y el arte del Kung-fu llevado a la escena

9.00 horas. Me gustan los madrugones pero, eso sí, por un motivo emocionante. Entonces me levanto de la cama de un brinco y ¡arriba la música! Pero si no, paso horrores apagando durante más de una hora la alarma cada diez minutos. Ahí entonces, caricias y ritmo lento.

9.10 horas. Subo la persiana. Me gusta cuando consigo estirar el cuerpo, hacer ejercicios oculares para ir enfocando la vista y escribir unas pocas páginas en el cuaderno que siempre tengo en la mesilla. Aunque muchos días, lo primero primerísimo que hago es mirar la pantalla del móvil, quitar el modo avión y empezar a chequearlo. Me gusta lavarme la cara, en silencio o con música, tomar zumo de agua y limón bebido con pajita para no amarillear los dientes y un desayuno sano y sin café.

13.10 horas. Están siendo unos días muy excitantes y emotivos. La promoción de la tercera temporada de 'Mira lo que has hecho' me tiene muy concentrada, ya que todos somos conscientes de que es la última y de que se termina este ciclo tan bonito y especial que hemos vivido durante tres años.

14.30 horas. Alguien dijo que en cuestión de comidas había que desayunar como un rey, comer como un príncipe y cenar como un mendigo. Este refrán, lleno de sabiduría popular, me gusta recordarlo y cumplirlo. Descanso mejor por la noche y me despierto con hambre de empezar la jornada.

17.00 horas. Para encarar bien el día uso muchos aceites esenciales, un humidificador para la casa, aguas de colonia, perfumes… Soy adicta a ellos. Me transforman los momentos más densos o simplemente me ayudan a sentirme mejor.

19.00 horas. Busco un rato para la lectura en papel, lo que me ayuda a descansar de tanta pantalla.

20.00 horas. Para encontrar la paz interior me invento muchas técnicas. Cuando necesito un chute rápido de quietud lo más inmediato que me funciona es la música y parar, claro.

12.30 horas. Mucha gente me pregunta cuándo descubrí que quería ser actriz. Tuve la suerte de que en mi colegio desde pequeñita tenía una asignatura que se llamaba Dramatización. Me pasaba todos los recreos con mi amiga Isabel inventando y creando pequeñas obras de diez minutos o transformando otras que leía. Cuando cumplimos los 14 y 15 años se hacía una obra de teatro especial por Navidad que se representaba en una antigua capilla dentro de uno de los pabellones. Había 'castings' y si te cogían te saltabas varias clases para ir a ensayar. Hice de la Pepa en la zarzuela 'Agua, azucarillos y aguardiente' (con playback, claro), y de Martirio en 'Ganas de reñir', de los hermanos Álvarez Quintero. Hasta la misma directora del colegio me llamó a su despacho para tener una reunión, empezó a hacerme preguntas: a qué actrices admiraba y si había pensado en dedicarme a la actuación. Me dijo que era muy buena y también que me acordarse de ello. Y eso he hecho. Ahora por fin estoy trabajando como actriz con estabilidad.

17.45 horas. En este oficio tienes que aceptar como parte del juego la inseguridad y la zozobra casi de manera constante, son cosas que vienen en el 'pack'. Es cierto que las crisis económicas nos hacen temblar, pero la cultura está acostumbrada a buscárselas siempre para salir adelante. Aún sigue existiendo el circo, por ejemplo, y eso a mí me da esperanza.

11.30 horas. Me cuido por dentro y por fuera. El cuerpo es el instrumento y la carcasa. Me cuido mucho la piel, bebo entre dos y cuatro litros de agua al día. Como sano, pero no soy muy estricta, no me van las dietas, sino los buenos hábitos y no abusar de nada. Me gusta lo natural. El deporte y el ejercicio son necesarios para mí, ya sea ir al gimnasio, hacer artes marciales, caminar, bailar o simplemente no estar quieta. Mover el cuerpo me cambia el estado para mejor y me ayuda a afrontar lo que venga.

18.00 horas. Me encantan las artes marciales: su técnica, filosofía y práctica. Tengo especial admiración por todas las artes que llevan a hacer un buen Kung-fu, es decir, alcanzar la excelencia sin esfuerzo. Cuando no trabajo, entreno. Otras veces, cojo viejas pinturas y pinceles que encuentro por la casa y me desahogo haciendo lo que sea.

16.30 horas. Colecciono minerales, amuletos y perfumes. Ahora mismo, si pudiera, me montaría en un avión a París, directa a la Torre Eiffel. Después a comer y bailar.

19.30 horas. Soy hija de una gran pintora y quizá por eso en mi casa siempre he tenido la costumbre de contemplar muchas obras que marcaban mi imaginación y la etapa de ese momento. Ahora mismo tengo en medio del salón una foto grande enmarcada que me regaló Berto Romero al terminar la primera temporada, en la que estoy vestida de Sandra poniéndome una bombilla en la cabeza, apoyada en una puerta de madera y muy sonriente. Me llena de ilusión y de ideas cada vez que la miro.

20.30 horas. Me he acostumbrado a ver mis trabajos una vez terminados. No soy de remirarme mucho, pero sí de aprender de los errores y aciertos. Tengo muy buena memoria y suelo recordar cómo estaba en ese momento y en qué estaba poniendo la atención. De todas maneras, ser objetiva no es sencillo, ni tampoco la mirada es natural cuando te ves a ti misma.

23.55 horas. Para conciliar el sueño todo ha de estar oscuro, ni una lucecita eléctrica.