Ala Gertru de 'Médico de familia', la enfermera de las minifaldas imposibles, la vida parece haberla tratado bien. Se escondía en el cuerpo de Lola Baldrich (Toledo, 1967), alguien para quien el día no tiene suficientes horas, pero que siempre encuentra el momento para refugiarse ... en su terraza sobre los tejados de Madrid. Licenciada en Filosofía y Letras y en Arte Dramático, la también ex cantante de Objetivo Birmania –'Los amigos de mis amigas son mis amigos', ¿recuerdan?– y portada de Interviú allá por 2010, es profesora de Verso Clásico en la Universidad de Valladolid. Envido más. Acaba de salir de gira con 'Adictos', donde comparte cartel con otra Lola, Herrera, y Ana Labordeta. Hace una semana estrenó en Avilés y hoy está en el Campos de Bilbao. Se levanta el telón.
Lunes
9.00 horas. Casi siempre me adelanto a que suene el despertador, no digamos ahora, con el calor que hace en Madrid. El desayuno es la comida que hago con más ganas porque soy de cenas frugales. Un vaso de agua, café con leche, tostada con mantequilla y una pieza de fruta. Cuando tengo un texto entre manos, como ahora con 'Adictos', me pongo a repasarlo entero, y mejor si es temprano, que es cuando más fresca me siento. Si algo chirría o se me olvida, empiezo de nuevo. Soy muy obsesiva.
10.00 horas. El último corte de mi vida ha sido complicado. Acabo de terminar un máster, que hasta junio simultaneaba con las clases que imparto en la Escuela de Interpretación de la Universidad de Valladolid. Verso Clásico y Versión. Enseño a los alumnos a poner en pie textos de Lope, de Tirso y Calderón... Cómo los llevas al cuerpo, a la boca, cómo moverse y lograr que esa impostura que es el verso se convierta en algo natural, contemporáneo, orgánico y cercano. Parece difícil, pero en cuanto entran el juego, todos se enganchan.
17.00 horas. Me dejo caer por la librería 'Rafael Alberti' y me pongo en manos de Lola Larumbe, su dueña. Es una de esas libreras leídas que te tiene diagnosticada y te orienta mejor que nadie sobre qué leer y cuándo es el mejor momento. Lleno la maleta con lo que me recomienda: 'El país de los otros', de Leila Slimani, 'El Sr. Wilder y yo', de Jonathan Coe, 'Otra vida por vivir', de Theodor Kallifatides.
Martes
12.30 horas. Esta semana entrego el proyecto final del máster de Gestión Cultural. Lo he llevado a mi propio terreno, el microteatro, un concepto ahora consolidado pero que hace doce años sólo existía en la mente de una veintena de actores que nos empeñamos en darle forma. Son sesiones que me llevan hasta cuatro horas: hay que leer, escribir, ordenar... Entrevisto a mis compañeros y hoy he quedado con Veronica Larios, la gerente del Micro, en la calle Loreto y Chicote.
16.00 horas. Soy afortunada. Incluso cuando hacía el festival de Almagro, que cae en julio, encontraba el modo de escaparme unos días. Acabo de estar con mi hermana y una amiga en Cádiz, y ahora, aprovechando que los bolos me llevan a Bilbao, voy a pasar allí una semana con mi amigo Gorka Mínguez. Trabajamos mucho juntos y estará representando 'De Bilbao ¡¡Ahivalahostia!!' también en el Campos, yo abajo y él arriba.
17.30 horas. No soy adicta a las rebajas, pero me gusta darme un capricho de vez en cuando. Acabo de pasar por Oysho, de ropa interior y deportiva. También compro por internet, sobre todo ropa de segunda mano de Hakey, una tienda donostiarra que cerró hace años pero cuyo estilo me va. Soy muy fiel a las cosas que me gustan:marcas, hechuras, colores... A mi hija la saco de quicio. Me dice: 'Pero mamá, ¿otra vez igual?'.
Miércoles
12.30 horas. Siempre quise ser actriz, pero estudié antes Filosofía porque me interesaba saber de dónde vengo, qué hago aquí y por qué, preguntas que me acompañarán, supongo, hasta que me muera. Es una lástima que esa asignatura tenga los días contados. Auserón decía en una entrevista que en esta sociedad de lo banal, pensar es motivo de persecución. Y más ahora, que una pantallita parece dar sentido a todo, pendientes siempre de destellos, de sugerencias para comprar. A este paso, pensar acabará siendo una actividad clandestina. Yo abogo por la libertad, por el pensamiento, y en esa lucha me voy a dejar la piel.
14.00 horas. La cocina no me apasiona, pero tampoco se me da mal. Hoy toca risotto de setas, un plato que encanta a mis hijos, aunque cada vez paran menos por casa. Ella se independiza el próximo curso, tiene un pie en su habitación y otro en la casa nueva; él todavía tiene 18 años. Les echo mucho de menos cuando faltan, porque ya tienen una edad y se han convertido en compañeros, gente que te apoya, que se ríe de ti, que te regaña, que te admira... Pero no hay que darle vueltas, es motivo de alegría que un hijo se marche y que tú como madre le des las herramientas para hacerlo. Otra cosa es asumir tú esa etapa de la vida, en la que se abren nuevos horizontes.
18.30 horas. Pertenezco al Run Club, donde no nos limitamos a correr. Estoy supercontenta de haberlo encontrado, porque hacemos ejercicio al aire libre, cerca del Manzanares. Yoga, pilates, abdominales, flexiones... pero duro, ¿eh? Césped y arbolado, se está fenomenal.
Jueves
17.30 horas. Acabo de comer y empieza el Telediario –me gusta estar informada–, remato con un heladito o un polo y luego la siesta en el sofá. ¿Que son sólo 20 minutos? Pues eso que llevo ganado. Algunos amigos siguen en Madrid, así que quedo con ellos y nos vamos de cañas por la calle Segovia, debajo del viaducto. Plan perfecto.
23.30 horas. He comprado una casa en Madrid por las vistas que tiene sobre La Almudena y el casco antiguo. La terraza es mi rincón favorito, así en plan 'chill out', sola o en compañía, con una copa, algo de música... Tengo gustos muy eclécticos: desde Radio Futura hasta Vivaldi, pasando por jazz, musicales de Broadway, música indie o son cubano. Me temo que Objetivo Birmania lo dejé atrás hace tiempo, jajaja. Me marco un baile si me da el arrebato. Los vecinos deben pensar «pero ¿quién es esa loca?».
Viernes
17.00 horas. Estamos en Avilés, a punto de estrenar 'Adictos'. La televisión da popularidad y a mí me divierte, pero el teatro es la madre del cordero de todas las artes. Es la palabra, el movimiento, la energía; aquí nadie escoge un plano u otro, el plano lo das tú.
19.00 horas. Faltan dos horas para salir al escenario y me entero de que acaban de atentar contra Salman Rushdie. ¿Cuánto había pasado desde la condena a muerte por escribir 'Versos satánicos'? Es el fanatismo puro y duro, la aniquilación de lo que no compartes. Si no lo entiendo, me lo cargo. El horror.
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