Continúa el despliegue de producciones nacionales y latinoamericanas en esta vigesimoctava edición del festival de cine de Málaga que apunta alto y convierte el dispositivo ... audiovisual en arte cuando irrumpen autores afilados capaces de la virguería más sutil como la fraguada por el realizador vasco Julio Medem.
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Antes de ver su última propuesta, se pasó otro thriller, La huella del mal (2025), escrito y dirigido por Manuel Ríos San Martín que adapta su novela homónima. Una pieza que orbita alrededor del yacimiento de Atapuerca para establecer un vínculo acerca de la ancestral violencia humana y la agresividad en la sociedad actual en un ejercicio de suspense y misterio fallido.
A pesar del reparto encabezado por Blanca Suárez, Daniel Grao y Aría Bedmar, entre otros, no consigue conjugar cartel con intriga acerca de la desaparición de varias chicas que más tarde aparecen asesinadas.
Julio Medem reaparece y demuestra osadía y ganas de provocar. El autor de Vacas (1992) juega en otra liga. Sus propuestas son muy elaboradas y arrastran polémica. 8 (2025) va a dividir al público y su controversia generará un debate árido y apasionante. Recurre a un verso de Antonio Machado sobre el choque de la España partida para marcar el discurso. En ocho capítulos el cineasta de donostiarra traza, no sin ironía y retranca, una semblanza de las dos Españas irreconciliables pautada desde marzo de 1931, mes de la proclamación de la II República hasta 2021, en los rescoldos del covid. Un marco temporal amplio, en clave de melodrama (incluso el folletín tiene su toque) de verso libre y sugerente trama, manejada con variedad de estilos, que confronta la polarización del país en una visión a modo de cuadro negro de Goya y enfoque cainista. La envergadura del relato tiene cuajo y personalidad.
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A concurso La tierra negra (2024), de Alberto Morais, un drama rural valenciano pedregoso y árido que estructura la película en dos partes, Dies Irae y Vía Crucis, que reflejan una vida arrastrada, complicada y llena de problemas para sus hieráticos personajes. Estilo pasoliniano e interpretaciones secas de Sergi López y Laia Marul.
La dulce María de Medeiros y el siempre sobrio Manolo Soto componen una motivadora oda en Una quinta portuguesa (2024), de Avelina Prat, película cariñosa, de tono amable, toque clásico, de mensaje positivista, sobre gente que busca y encuentra su sitio en el mundo. Agradable sorpresa.
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