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Parte del trabajo de una actriz consiste en saber adaptarse a cualquier situación. Laura Galán tuvo que cambiar la ciudad por el pueblo para el rodaje de la película 'Cerdita', de la directora Carlota Pereda. El proyecto, basado en el que ganó el Goya al ... Mejor Cortometraje de Ficción en 2018, le ha servido para volver a la adolescencia y conectar con la tierra de su familia paterna, Extremadura. Tras mes y medio viviendo en Villanueva de la Vera, la actriz ha vuelto a la ciudad, donde ya tiene algún casting y una larga lista de series con las que ponerse al día. También lecturas. «¡Me van a faltar horas!», reconoce.
8.30 horas. De joven no era muy de madrugar, era más de despertarme a mediodía. Ahora me despierto antes. De hecho, tengo tres obras alrededor de casa y para las 8.30 horas ya estoy en pie. No me molesta. En verano se agradece porque así puedo aprovechar las horas más frescas del día. Claro que, hasta hace poco, mi rutina ha sido bien distinta. Durante el rodaje de la película 'Cerdita' he tenido que despertarme muy pronto o muy tarde, dependiendo de la jornada. Algunos días tenía que estar en pie a las seis y media de la mañana para estar lista y poder rodar al amanecer. Mi rutina ha sido levantarme a la hora que fuese, tomarme un buen café, repasar las secuencias que tocaban ese día y pinchar música mientras me duchaba. Al llegar al rodaje pasaba por maquillaje y vestuario y me lanzaba a los leones. He tenido la suerte de estar rodeada de un equipo maravilloso, que me ha hecho muy fácil el trabajo.
12.00 horas. Meterme en la piel de Sara, la protagonista de la cinta, ha sido un gustazo. Ya tuve la oportunidad de conocerla en el cortometraje y ahora he podido profundizar más en su personaje. Le tengo mucho cariño y ha sido complicado despedirme de ella. Siento que he vuelto a la adolescencia interpretándola. De hecho he vuelto con todas las piernas y los brazos llenos de arañazos, como una niña pequeña que ha jugado mucho en la calle. A Sara le ocurren muchísimas cosas en un solo día, no sé cómo ese cuerpo tan pequeño puede soportar todo eso. Mi día a día, por suerte, es mucho más tranquilo. Me levanto, estoy en casa con mi novio, cuido de mis plantas, voy a ver a mis padres... La pandemia me ha hecho muy casera. Es verdad que si puedo quedar con algún amigo en una terraza o ver a mi familia, lo hago. Luego, cuando llega un proyecto, el rodaje te transforma la vida; eso hace que, de repente, estar en casa viendo el aloe vera que tengo en la ventana me parezca un buen plan.
9.00 horas. Aún me estoy adaptando a la vida en casa después de mes y medio de rodaje. Eran nueve o diez horas diarias muy intensas de trabajo, en las que he disfrutado y aprendido mucho, pero llegaba a casa casi desmayada del cansancio y de la emoción. La sensación era la de estar viviendo en un campamento de verano en Villanueva de la Vera, provincia de Cáceres. Tengo una conexión muy fuerte con Extremadura porque toda mi familia paterna procede de allí, de un pueblo llamado Alcántara. Además, vimos unos amaneceres y unos atardeceres... Casi todos los del equipo volvimos enamorados del entorno. Estábamos junto a la Sierra de Gredos, rodeados de pozas naturales. Cuando grabábamos de noche era una pasada quedarse en medio de la sierra mirando al cielo viendo las estrellas, la Vía Láctea... Me imaginé con mi casita allí, no me hacía falta nada más. Ha sido tan bonito que he organizado una escapada para volver. También hay cosas que echaba de menos, como hacer deporte, y tengo que ponerme al día con un montón de series. Estoy deseando sentarme a hacer una planificación de las que me quedan por ver: 'El método Kominsky' o 'Mare of Easttown', que es la serie de Kate Winslet... ¡Me va a faltar tiempo!
15.00 horas. Pongo las noticias y choco con la realidad. Los incendios en Grecia y Turquía me acongojan y las noticias sobre violencia machista me parecen el horror más absoluto, igual que el asesinato de Samuel. Son noticias muy dolorosas.
2.00 horas. Soy muy nocturna. Acostarme a las once de la noche me parece impensable. Me duermo sobre la una o las dos como pronto. Me quedo leyendo o hablando con mi pareja porque no puedo dormir. Me ha pasado desde pequeña. Ya en la época del colegio mi madre tenía que mandarme a la cama porque al día siguiente madrugaba. En mi etapa académica estudié mucho de noche y, si no, tenía que ambientar la habitación para simular que era tarde -bajando las persianas y encendiendo la lámpara-. Ahora, para estudiarme los textos también lo hago de día, escribiéndolos, repitiéndolos sentada y después caminando o mientras hago cosas para que se me quede. Aún así siempre repaso los textos de noche. Se me quedan mucho mejor.
10.00 horas. En mi mesita de noche tengo un clásico, 'Ficciones' de Jorge Luis Borges, y '10 gritos contra la gordofobia' de Magdalena Piñeyro. Este último es un libro al que acudo mucho y recomiendo, porque da muchas claves sobre la sociedad y su relación con las personas gordas. Ayuda a expresar y poner nombre a actitudes y conductas que hemos sufrido y que en el momento no sabemos ubicarlas. Además de esos libros, mi compañero Richard Holmes me ha regalado 'Sin amor' de Alice Oseman, así que no me va a faltar lectura este verano.
9.00 horas. Soy de gustos muy sencillos. Me basta con ir a casa de mis padres para desconectar de la rutina. Poder estar con mi familia en su casa de campo, salir de Madrid, comer y beber bien y estar en la piscina es un sueño. Además siempre intento reservar algún día de la semana para dar un paseo y acercarme al centro con mi pareja o con amigos. No necesito grandes planes para ser feliz. Comer en un buen restaurante o pasar un buen rato me alegra toda la semana y sirve para cargar las pilas para todo lo que venga.
12.00 horas. Me preparo para ir a hacer un casting para una película. Hasta hace nada, por la pandemia, había que mandar vídeos o hacer la prueba por Skype, pero por suerte parece que poco a poco está volviendo la normalidad. Si algo he aprendido de todo esto es que hay que valorar más los momentos y vivir el presente porque luego, a lo mejor, estás dos meses sin ver a tus padres. Por eso ahora, cada vez que me junto con alguien, doy más importancia a ese encuentro. Todos estamos ya con la lengua fuera, queriendo que todo esto se acabe, pero hay que aguantar un poco más y cuidarnos mucho los unos a los otros. Yo, por ejemplo, estoy deseando hacer un viaje a Estados Unidos cuando todo esto acabe. Tengo familia allí y un sobrinito que nació durante la pandemia y al que todavía no conozco.
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