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Daniel Roldán
Miércoles, 5 de abril 2017, 18:48
Clara Lago tiene claro que Órbita 9 no es una película de ciencia-ficción. Es un thriller romántico, aunque la actriz madrileña tenga que vivir en una nave espacial. Helena tiene la misión de llegar a Celeste, una nueva colonia fundamental para la supervivencia de ... la especie humana. Cada día realiza la misma rutina, que solo se rompe cuando un ingeniero acopla su nave para realizar unas reparaciones. Pero este técnico, interpretado por Álex González, decide que ella no puede vivir en esa situación; que no puede vivir engañada porque, en realidad, es parte de un experimento para comprobar la resistencia humana en un viaje espacial de 40 años.
Una idea con la que NASA ya ha trabajado en situaciones parecidas. Estudió, por ejemplo, cómo afectaba la experiencia espacial a los gemelos Scott y Mark Kelly. El primero estuvo 340 días en la Estación Espacial Internacional y el segundo permaneció en la Tierra. Scott regresó a la Tierra cinco centímetros más alto que su hermano por culpa de la gravedad. Hace poco la NASA anunció que había siete exoplanetas. Órbita 9 plantea la necesidad de que hay que experimentar para ir a un planeta. El problema es cómo hacerlo. Ese conflicto del científico me parece muy sugerente, añade Hatem Khraiche, director zamorano que debuta en un largometraje. Es una película de amor que tiene ciertas cosas que se pueden enmarcar en la ciencia-ficción. Pero no hay naves espaciales. Las situaciones que planteamos se resuelven de forma realista, señala el director.
Es más un presente paralelo que un futuro muy lejano, afirma Lago, que además destaca del guión escrito por Khraiche el mensaje de fondo. Nos estamos cargando el planeta y el ser humano se está preparando para huir. Somos el principal problema de la Tierra, indica. Su compañero asiente. Si alguien, después de ver la película, se va a casa pensando que puede hacer algo por el planeta, reciclar más o usar un vehículo eléctrico, pues mucho mejor, razona González, que tiene dudas sobre si está haciendo bien su trabajo al tener como cobaya a un ser humano. Será Sylvia, una psicóloga interpretada por Belén Rueda, quien le ayude. Es menos apocalíptica que el resto porque cree en el ser humano, añade Rueda. El actor, además, no esconde que estuvo encantado de aceptar un papel que no se basaba en lo físico, sino que tenía muchos matices. La heroína era ella (señalando a Lago), que entrenaba todos los días y a veces en doble sesión, dice, entre risas, de su compañera de reparto.
La búsqueda de los escenarios de la película, llevó al equipo de producción a buscar localizaciones por todas partes. Khraiche necesitaba un lugar que transmitiera toda la riqueza y toda la miseria. Medellín es una ciudad de contrastes, con grandes rascacielos y zonas muy deprimidas. Era perfecta, explica el director.
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