Salma Hayek: «Adoro mi trabajo, pero no sufriría si todo el mundo dejara de llamarme»

Y es que hay muchos paralelismos entre la reina mexicana de la época dorada del cine y ella. Ambas marcaron hitos en Hollywood y vivieron romances fallidos con actores, hasta terminar casadas con un magnate francés. Félix se casó con el banquero Alex Berger y Hayek con el multimillonario Henri Pinault, padre de su hija Valentina Paloma, de ocho años.

El cuento de los cuentos ¿es una historia feminista del siglo XVII?

-Habla de temas importantes para las mujeres. De los hijos, de cómo peleamos por ellos y los cuidamos. Después de la juventud, de cómo tratamos de detener el envejecimiento y conservarnos jóvenes. Y por último, de la lucha por mantener las libertades. Es en realidad un cuento sobre la lucha por la identidad de la mujer. Me parece extraordinario que fuera escrita hace tanto tiempo porque sigue siendo contemporánea. La lucha por los derechos de la mujer sigue viva.

Hay imágenes difíciles de digerir, como verla comiendo un corazón...

-Es el corazón de una serpiente de mar y sí, casi vomito rodando esa escena, aunque fuera de plástico. A Garrone le gusta grabar muchas tomas y quería que esa secuencia fuera lo más real posible. Como director es sensacional. Dibuja cada escena del guión y se la muestra a los actores. Pudimos ver los colores, las emociones, la textura que buscaba en cada momento. A veces cuesta entender lo que un director quiere de ti, ya sea física o psicológicamente, pero él sabía perfectamente qué buscaba. Aunque siento que mi personaje ha quedado un poquito frío.

¿Ha sentido la necesidad o el deseo de dar la espalda a Hollywood?

-Yo tengo tres vidas. De verdad. Y me cuesta muchísimo mantenerlas. Tengo mi vida profesional, que me encanta. Mi vida familiar, que es la mejor de las tres y la que más quiero, y luego tengo mi espacio, mi propia vida personal en la que realmente soy yo. Cuando no soy ni madre ni actriz, me escapo a la naturaleza y me dejo llevar por mí misma y mis animales. Allí llevo una vida simple, muy simple. No necesito nada, y adoro esa vida. Entiendo la separación de cada una de mis vidas y me fascinan las tres.

¿Tiene todo lo que ha soñado en la vida?

-No. Tengo una vida distinta. Una vida que me gusta, una hija, y muchas cosas que hacer.

¿Por qué le gusta su vida solitaria con los animales?

-Porque a mis pollos no les importa qué me pongo cada día o si mi película va bien o mal en la taquilla. Soy feliz en mi granja. Algo que no tenía antes y que cambió mi lugar en Hollywood. Si no pudiera volver a trabajar un solo día de mi vida, si ahora todo el mundo dejara de llamarme, mi vida seguiría siendo fantástica. Adoro mi trabajo, pero no sufriría si mañana dejo de trabajar para siempre.

¿De niña leía cuentos?

-No. Jamás leí uno de estos libros. Mi abuela, escritora frustrada, me contaba cada noche historias que inventaba. Era magnífica. Me entristeció descubrir que era mejor escritora que muchos autores que leí luego. Jamás tuvo una oportunidad. De su frustración nace mi amor por contar historias y quizá también mi problema de insomnio. Ella me contaba cuentos y yo jugaba pensando en ellos cuando se iba. Era muy intenso. Ahora necesito ver la tele o leer un buen rato antes de dormir.

¿Algún relato ha marcado su camino?

-Sí. El Profeta, un tratado filosófico sobre cómo conectar todas las religiones, del libanés Kahlil Gibran. Me conectó con mi abuelo y voy a producirla como película animada.