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Rosario González
Martes, 3 de noviembre 2015, 02:20
La hiperactividad de los últimos años de Isabel Coixet (Barcelona, 1960) culmina por el momento con su obra más ambiciosa, al menos en la parte técnica, y nos traslada a la expedición que descubrió el Polo Norte liderada por el explorador estadounidense Robert Peary en ... los albores del siglo XX. Sin embargo, la cineasta cambia radicalmente el foco y lo apuntala en la intrahistoria de la gran hazaña, relatando el viaje de su mujer, Josephine Peary, una neoyorquina aburguesada que tratará de reunirse con su marido y compartir con él el instante de gloria de clavar la bandera en el océano helado.
De la mano de la oscarizada actriz francesa Juliette Binoche, Coixet dota a esta narración épica de una intimidad perturbadora, mostrando no solo el viaje hacia el punto central de la Tierra, sino "al Polo Norte interior" de Josephine, gracias a una Binoche que logra desvanecerse en el personaje y nos acerca a una mujer que, a través del dolor, logrará transformarse y cambiar su concepto del mundo y del ser humano. "El dolor nos permite encontrar la dignidad", explica la actriz francesa. "Nuestro ego siempre quiere ganar porque tenemos miedo de sufrir, de no ser alguien pero cuando uno se enfrenta al miedo, cuando lo acepta, comprende que no tiene el poder y pasa a otro tipo de consciencia". Un cuerpo a cuerpo con el dolor que verá personificado en Allaka (Rinko Kikuchi), la amante inuit de su marido, su única acompañante en esa transmutación interior cuando caiga la noche en el Ártico y compartan el objetivo de sobrevivir.
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