De la ciencia del doctor Asuero al timo de su nieto
Historias de La Rioja sin salir de casa ·
El catedrático najerino Vicente Asuero fue una institución en la sanidad del siglo XIX y gran detractor de la pseudociencia y el fraude. Su nieto Fernando Asuero adquirió fama y fortuna mundial practicando el 'efecto placebo'
Hay figuras, sobre todo en los campos de la ciencia, la cultura o el arte, que pasan inadvertidas para el común del pueblo español, pese a sus méritos, descubrimientos y prodigios. Ya ecribió con gran tino Valle-Inclán en 'Luces de bohemia' su histórica frase: «En España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza... En España se premia todo lo malo».
No fue exactamente lo que le ocurrió al doctor riojano Vicente Asuero y Sáez Cortázar (Nájera, 27 de octubre de 1806 -Madrid, 23 de febrero de 1873), una de las eminencias de la medicina hispana decimonónica. Por contra, su apellido y su legado fueron condenados y dilapidados en parte por la pseudociencia practicada décadas más tarde por uno de sus nietos, el doctor Fernando Asuero Sáenz de Cenzano (San Sebastián, 29 de mayo de 1887 - San Sebastián, 2 de diciembre de 1942), que hizo dinero y fortuna con una serie de técnicas curativas que, años después, se revelaron como un fraude.
PARA SABER MÁS...
'Biografía del doctor don Vicente Asuero y Cortázar', por Fermín Caballero, en
: http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000128083&page=1
'Las curaciones prodigiosas del doctor Asuero: trastornos neurológicos psicogénicos en la población española', por S. Giménez-Roldán, en
: https://nah.sen.es/vmfiles/abstract/NAHV3N2201549_60ES.pdf
Natural de Nájera, Vicente Asueron era hijo del cirujano, Ángel Antonio Asuero y Guinea, también najerino, y de la alavesa Victoria Sáez de Cortázar. Tras estudiar en Nájera y en Torrecilla en Cameros, viajó a Madrid con 10 años a la sombra de un hermano mayor. En la capital estudió cursos de muy diversa índole, hasta que se decantó por la medicina y viajó a París para ampliar sus conocimientos.
Formó Asuero familia en Madrid, donde ejercició la medicina, y muy pronto adquirió notable prestigio y gran respeto profesional. Con 33 años ya era socio de número de la Academia de Medicina y Cirugía de Madrid y, una década más tarde, catedrático de Anatomía, Fisiología, Terapéutica y Moral.
En el siglo XIX se habían extendido por todo el mundo las doctrinas de Samuel Hahnemann, fundador de la homeopatía, pseudociencia presentada falsamente como ciencia que va en paralelo al efecto placebo.
El médico riojano, riguroso defensor de la ciencia, ofreció un curso que, bajo el título de 'Lecciones sobre los fundamentos de la terapéutica sustitutiva u homeopática', supuso una enérgica diatriba contra lo que él calificaba de «fraude» y «timo».
Entre los muchos méritos de Asuero, trabajó como médico consultor de la Casa Real, recibió la Gran Cruz de la Orden Civil de María Victoria, presidió la Real Academia Nacional de Medicina y... asistía y socorría a los menesterosos con lo que ganaba curando a los pudientes. Al fallecer, lo que causó gran dolor y resignación en todas las clases sociales, era conocido como «el mejor médico de España».
Otorrinolaringólogo y portero del Athletic
Pero, como dice el refrán, «no hay peor cuña que la de la misma madera». Fernando Asuero Sáenz de Cenzano, nacido en una familia de eminentes cirujanos y afincada en San Sebastián, cursó Otorrinolaringología en Madrid y amplió conocimientos en París y en Cambridge. De regreso a Guipúzcoa, y tras ejercer su labor sanitaria, en 1929 presentó una técnica basada en la cauterización del trigémino, que lo convirtió en una celebridad mundial. Fue bautizada la técnica como 'Asueroterapia'.
A la consulta donostiarra de Asuero comenzaron a acudir cientos de pacientes –se hablaba del propio filósofo Henri Bergson–, él aparecía en las portadas de la prensa y el interés de extendió aún más con el documental 'Las maravillosas curas del doctor Asuero', de Nemesio Manuel Sobrevila.
Ante las fuertes críticas de reputados médicos y científicos –entre ellos, el Premio Nobel Ramón y Cajal–, el propio Asuero publicó el artículo titulado 'Ahora hablo yo', en el que argumentaba que por medio de la acción del calor en los nervios de la nariz –sobre todo el trigémino–, era capaz de curar diferentes enfermedades como asma, epilepsia, úlceras varicosas, sordera, ceguera y parálisis.
La pseudoterapia fue copiada en Francia, Italia, Argentina, México, Cuba y Portugal, pero los detractores cada vez eran más, así como las sospechas científicas. Como concluye el doctor Giménez-Roldán en un meticuloso artículo de 2015, «las 'prodigiosas curaciones del doctor Asuero' representan un interesante ejemplo histórico del efecto placebo en la curación de procesos neurológicos de origen psicogénico y también la considerable frecuencia de estos trastornos en el primer tercio del siglo XX en España.
Pese a todo, programas de misterio, como 'Cuarto Milenio', han tratado de recuperar su figura y hasta la localidad de Cihuri le dedicó una calle, ya que de niño pasaba allí temporadas donde su familia tenía propiedades.
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