Choque generacional

A lo largo de su evolución el cinematógrafo ha aportado piezas de cualidades expresivas y humanas imperecederas. La lista de obras maestras es inabarcable y a gustos. En mi criterio de grandes logros está la de Ozu. La valoro como un trabajo impecable y hermoso. Que armoniza con una puesta en escena personal y transparente la transformación sociológica de lo viejo a lo nuevo en tiempos de pugna entre el conservadurismo tradicional y el progresismo en términos de costumbres urbanas.

Yasujiro Ozu representó una mirada muy asentada en el modelo de vida oriental. Se le definió como el director más japonés entre sus coetáneos. Mientras sus colegas como Kurosawa o Mizoguchi triunfaban en occidente y eran admirados, las obras de Ozu no se exportaban.

Prueba de ello es sus 'Cuentos de Tokio', que tardó décadas en recorrer mundo y cuando lo hizo permitió descubrir a un autor brillante y singular cuyo arte visual contemplativo le granjeó todo tipo de reconocimientos.

La base angular del cine de Ozu, además de su querencia por situar la cámara a ras de suelo (posición tatami), son las relaciones familiares y el creciente abismo generacional entre padres e hijos.

Las firmes bases de la familia se trastocan cuando un matrimonio de ancianos abandona su zona rural pero paradisíaca para visitar a sus hijos ubicados en Osaka y Tokio. Esta premisa rezuma verdad, detalles llenos de exactitud e imágenes sencillas. Y mucha emoción.