«Las chicas jóvenes no pueden quedarse en casa esperando un buen marido»
Charo Martínez Garín | Escritora ·
La autora presenta hoy en la Casa de los Periodistas el libro 'Las flores inevitables', once relatos en clave de mujerSecciones
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Charo Martínez Garín | Escritora ·
La autora presenta hoy en la Casa de los Periodistas el libro 'Las flores inevitables', once relatos en clave de mujer«En mi época, las pocas mujeres que pudimos acceder a la universidad sufrimos la incomprensión de algunos catedráticos que se asombraban de que no estuviéramos en nuestra casa dedicadas a las 'labores propias de nuestro sexo'», asegura Charo Martínez Garín, abogada, periodista y escritora, ... que hoy, día 29, presenta en la Casa de los Periodistas de Logroño (19.30 horas) su libro 'Las flores inevitables' (Ediciones Oblicuas). Redactora durante muchos años de la edición riojana de El Correo, Martínez Garín reflexiona ahora, a través de variados relatos, sobre el papel de aquellas mujeres que nacieron en «un país subyugado por el patriarcado y por la dictadura».
-¿Cómo surge el libro 'Las flores inevitables'?
-Siempre he estado muy vinculada al mundo del periodismo y de las letras. Lo que ocurre es que, a medida que te vas haciendo mayor, te vas dando cuenta de que, por lo general, las mujeres, no digo que nos volvamos invisibles pero sí pasamos muy desapercibidas. Al final no somos protagonistas de nada. Para todos fue una desgracia haber nacido en este país en los años 40, 50 y 60, con un régimen político totalitario, pero especialmente para las mujeres, que además del Estado teníamos el patriarcado, la Iglesia católica, que fue especialmente severa con nosotras, y hoy todavía no entramos en su organigrama. Cuando cursé Derecho, antes que Periodismo, estudié que las mujeres no podíamos ser jueces porque nuestro carácter sentimental nos impediría dictar sentencias justas, y en este momento hay más mujeres jueces que hombres; que las mujeres casadas tenían que pedir el consentimiento de nuestros maridos para vender una finca heredada o, incluso, no podíamos abrir solas una cuenta bancaria.
-Cuentas pendientes a las que les ha llegado su turno.
-Coincido con Simone de Beauvoir. Estoy cansada de ser mujer y de luchar por las mujeres. Estoy cansada de luchar por algo tan obvio como que la inteligencia no tiene nada que ver con el género. Que hay mujeres listas y mujeres tontas, hombres listos y hombres tontos. Y he creído que había llegado la hora de que pusiera negro sobre blanco en estas reflexiones, que me vienen acompañando desde hace muchos años.
-La sociedad ha avanzado en este terreno, aunque surgen signos de involución muy inquietantes...
-Es verdad que las cosas han cambiado mucho desde cuando yo estudié a cuando lo ha hecho mi hija, y eso que yo tuve la suerte de que mis padres quisieron que fuera a la universidad. Hemos adelantado mucho, es verdad, pero también nos queda mucho camino por recorrer. Ahora solo nos falta escuchar que si la Ley contra la Violencia de Género ya no es necesaria. ¡Pues claro que lo sigue siendo!
-No se priva entonces de poner el dedo en la llaga en 'La flores inevitables'...
-Se trata de un conjunto de once relatos que conforman un libro que no es amable ni políticamente correcto. Lo que planteo en el volumen es cuestionar, y de forma radical, la situación que hemos vivido las mujeres, y en especial las que somos mayores. Hay mujeres de mi edad que miran hacia atrás y se preguntan: ¿pero hemos vivido de verdad? Y ven que no, que no han vivido a su manera, sino a la manera de una sociedad masculina.
-¿Qué les diría a esas chicas jóvenes que no han sufrido lo que ustedes sufrieron y que creen que todo siempre ha sido igual?
-En primer lugar, les felicitaría de todo corazón porque han nacido en tiempos mejores y han tenido la suerte de ver como normal que en muchas cosas puedan tener cierta igualdad con los chicos, como es el caso de poder estudiar. Pero también les diría que no se queden en casa esperando un buen novio, un buen marido. Si la mujer no se forma, bien en la universidad bien de otras maneras, va a estar desvalida, va a ser una eterna subordinada. Aun cuando tuviera mucha suerte con su pareja, siempre será una persona dependiente.
-Una vez que 'Las flores inevitables' llegue a las librerías, supongo que ya estará usted embarcada en otro proyecto literario.
-Tengo en mente a María de la O Lejárraga, una riojana casada con Gregorio Martínez Sierra al que le escribió casi todas sus obras para que él las firmara y disfrutara de los elogios. 'Canción de cuna', por ejemplo, una brillante obra de teatro que luego llegó al cine, solo podría haber sido escrita por una mujer, con esa ternura, y no por el señor Martínez Sierra.
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