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Primera imagen de Logroño. Carlos de Gante observa la ciudad de Logroño, al fondo, desde la ermita de Piqueras (1552). AHPLR
Carlos I, V Centenario de una visita real a La Rioja

Carlos I, V Centenario de una visita real

El 11 de febrero, se cumplieron 500 años de la llegada a La Rioja del nieto de los Reyes Católicos, meses antes de ser elegido emperador del Sacro Imperio Romano Germánico como Carlos V

Miércoles, 12 de febrero 2020, 13:05

Cuando apenas restan dieciséis meses para que Logroño conmemore el V Centenario del sitio de la ciudad, que concluyó con la victoria del 11 de junio de 1521 al amparo de San Bernabé, esta semana se recuerda el V Centenario de la primera visita del rey Carlos I a la región. Amigos de La Rioja o Amigos de la Historia de Calahorra se han hecho eco de la efeméride, y este miércoles ha tenido lugar en Santa María de Palacio una conferencia a cargo de la doctora en Historia Mayte Álvarez Clavijo, especialista en el siglo XVI, y el profesor Jesús Martínez, junto a sus alumnos de la Universidad Popular y del Centro Plus Ultra.

Desde que llegara por mar a la Península Ibérica, el 19 de septiembre de 1517, el nieto de los Reyes Católicos tuvo que enfrentarse a una tierra fragmentada en varios reinos y de la que desconocía tanto sus idiomas como sus costumbres y sus leyes, por lo que apostó por rodearse de nobles y clérigos borgoñones. Contaba entonces con 17 años.

El 12 de enero de 1519, mientras visitaba Barcelona, supo Carlos de Gante de la muerte de su abuelo, el emperador Maximiliano I, cuyo título pretendía alcanzar a toda costa. De inmediato, convocó el rey las Cortes de Castilla para el 20 de marzo de 1520, en Compostela, e inició un viaje hasta Galicia que, en su primer tramo, corrió casi en paralelo a la ribera del Ebro. El ambicioso monarca había ordenado a sus colaboradores y banqueros no escatimar dinero alguno a la hora obtener la voluntad de los notables europeos que tenían voz y voto en la designación del nuevo César.

Fue Calahorra la primera ciudad riojana que pisó Carlos I, el 11 de febrero, y el día 13 entraba en Logroño y lo hacía por la puerta de San Francisco, junto al convento hoy desaparecido que mandó levantar en el siglo XIII el propio Francisco de Asís en su peregrinación a Santiago.

La bienvenida al monarca corrió a cargo de la justicia y el regimiento de la ciudad, quienes lo introdujeron en el casco urbano bajo un palio de elegante brocado, y cuyas varas eran portadas por las propias autoridades.

Representación de la visita del rey a Calahorra (1979). Pablo Torres

Siete días de viaje entre Calahorra, Logroño, Nájera y Santo Domingo

Carlos de Gante fue recibido en Calahorra con todos los honores el 11 de febrero de 1520, como recuerda la asociación Amigos de la Historia de Calahorra con un dibujo de 1979 de Pablo Torres. También se incluye un extracto del libro 'Historia de Calahorra', de Pedro Gutiérrez Achutegui: «Al llegar a las puertas de la ciudad Carlos I, le salió al encuentro el deán de la catedral con un crucifijo y un libro que presentó al rey diciéndole, 'por Christo, jura las leyes y los fueros de esta ciudad, antes que tus plantas pisen este suelo', y puesta la mano sobre el libro, juró». Las autoridades habían previsto la recepción «con paño de terciopelo (...) forrado en raso falso. Yten que se agan limpiar las calles y entradas e salidas de la ciudad en las zanjas e puentes que se agan aderezar».

El día 13, el monarca viajo hasta Logroño, donde permaneció hasta el 15, jornada en la que ya cenó en Nájera, teniendo como anfitrión a Antonio Manrique de Lara, duque de Nájera. Y al siguiente, continuó hasta Santo Domingo de la Calzada. El 17 de febrero, Carlos I abandonó La Rioja y pernoctó en Belorado (Burgos).

Entre la expectación de los logroñeses, fue conducido Carlos I a la iglesia imperial de Santa María de Palacio, como era costumbre siempre que los reyes arribaban por primera vez a la ciudad. Y quedó el joven flamenco muy impresionado por la esbelta aguja que la coronaba.

En el interior del templo, en presencia de los notarios, de casi todos los caballeros del reino, de obispos y del séquito que junto a él viajaba, el rey hincó sus rodillas sobre un sitial de brocado, con tres almohadones de terciopelo carmesí bordados con finos hilos de oro y plata. Colocó después su mano derecha sobre los Evangelios abiertos y acarició una hermosa cruz labrada con madera del lignum crucis de Jesucristo.

-¿Jura vuestra majestad ante Dios y Santa María, ante la vera cruz de Cristo y ante los sagrados Evangelios guardar y hacer guardar, como buen príncipe y padre, la paz y la justicia, el respeto a todos nuestros buenos usos y costumbres, así como las mercedes y privilegios de esta ciudad? -preguntó el escribano logroñés Hernando de la Torre.

-¡Lo juro! -Exclamó.

El 28 de junio de 1520, el rey era elegido en la ciudad alemana de Fráncfort nuevo soberano del Sacro Imperio Romano Germánico, bajo el título de Carlos V.

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