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Dominan los cerros, coronan los pueblos, vigilan puentes y senderos... en España se podría gritar nueve mil veces eso de ¡Ah del castillo! (o ¡ha del castillo!, como se decía en castellano antiguo) pues son esos los recintos amurallados, fortines, ciudadelas o atalayas que existen ... en nuestro país. El escultor y escritor Miguel Sobrino (Madrid, 1967) no los ha recorrido todos, pero sí un buen puñado («diría que varios cientos») e incluso los ha dibujado. Esos bocetos, más de 400, sirven para ilustrar 'Castillos y murallas' (La Esfera de los Libros), un volumen de más de 800 páginas con las biografías desconocidas de las fortalezas españolas. Con la publicación de este libro, Sobrino cierra su monumental trilogía sobre las grandes obras arquitectónicas del patrimonio histórico de nuestro país, que inició con las catedrales y prosiguió con los monasterios.
El autor, que es profesor de cantería en la Escuela de Arquitectura de Madrid, se ha propuesto, en esta última entrega, subrayar la aportación de los castilos a la arquitectura y, en la medida de lo posible, evitar puntos de vista más recurrentes, como su vinculación a los lances bélicos o como escenario de cuentos y leyendas. «Se trata de intentar comprenderlos como organismos arquitectónicos en su completa y coherente anatomía», explica. Desde los impresionantes castillos de Loarre y Olite hasta las inexpugnables murallas de Ávila o Lugo pasando por palacios fortificados como la Alhambra, Sobrino disecciona la historia de estos alcázares, su influencia en lo social, económico y cultural, y su rol como grandes centros de poder. El autor lamenta que los castillos hayan sido despojados de sus espacios internos y suele referirse a ello con una frase muy a lo James Dean. «Los castillos dejan al morir un bonito cadáver».
-Este libro cierra su trilogía, que empezó con las catedrales y siguió con los monasterios... ¿Qué encuentra de fascinante en los castillos españoles?
-Como es norma en España, su variedad. No creo que haya otro país donde puedan encontrarse fortalezas prehistóricas, murallas romanas, otras medievales (tanto cristianas como islámicas), modestas atalayas y lujosos alcázares reales, castillos renacentistas, fortalezas artilleras... Algunos son además ejemplos únicos a nivel europeo; basta recordar el califal de Gormaz o el románico de Loarre, la muralla de Ávila, la Alhambra, la ciudadela de Jaca, el castillo de San Fernando en Figueras…
-Habla de la existencia de miles de castillos, torres y murallas... ¿son más que las catedrales o los monasterios?
-Muchísimos más. Según el Plan Nacional de Castillos rondan los nueve mil. Además, en los últimos inventarios se van añadiendo conjuntos que aumentan el plantel, como es el caso de las fortalezas prehistóricas o, en el otro extremo temporal, las defensas artilleras y hasta los búnkeres de la Guerra Civil.
-¿Cuáles son sus castillos favoritos?
-Dejando de lado conjuntos como la Alhambra o el Real Alcázar sevillano, te diría: el de Molina de Aragón (Guadalajara), impresionante por fuera y que conserva interiores civiles genuinos del siglo XIII; el de Valderrobres (Teruel), por su carácter palatino y su papel en el conjunto urbano; y el de Vélez-Blanco (Almería), una joya renacentista que habría que recuperar (sus interiores fueron desmantelados hace un siglo y hoy están repartidos entre Nueva York, México y París).
-Insiste mucho en el libro en despojar a los castillos de su aura de leyenda, o de escenarios de hechos de armas o de su estampa más pintoresca para poner en valor sus tripas, su arquitectura interior, ¿por qué?
-Porque la faceta arquitectónica de los castillos está muy olvidada o tergiversada, y por lo tanto debe reivindicarse. Hay un gran diccionario de términos de arquitectura fortificada, usado y consultado por todos, en el que sin embargo no aparecen las voces 'sala', 'chimenea', 'cámara', 'galería', 'jardín' o 'letrina', cuando son elementos tan propios de muchos castillos como las almenas o los matacanes.
-En España hay algunos castillos habitados... ¿ha podido visitar alguno? Y al ver cómo es por dentro, ¿cuál diría que es el que más respeta su estructura original?
-No es fácil visitar castillos habitados (tampoco hay muchos), pues los dueños suelen ser reacios a enseñarlos. Un ejemplo sería el castillo de Ampudia (Palencia), a pesar de los muchos errores que se cometieron en su restauración; también en Extremadura hay algún castillo habitado. Quizá la mayor autenticidad pueda encontrarse en alguna torrona norteña, como la torre del Merino en Santillana del Mar. En cuanto a castillos completos, también son notables algunos de la zona de Levante, como los de Alacuás y Benisanó, el de Yeste en Albacete o el gallego de Castro Caldelas.
-¿Por qué dice que los castillos dejan al morir un bonito cadáver?
-Porque muchos aparentan estar completos, pero solo mantienen el exterior, lo que a veces produce una impresión engañosa. Por eso digo que se parecen a ciertos animales que poseen exoesqueleto: uno puede creer que un escarabajo está vivo y, al tocarlo, comprobar que en realidad solo conserva el 'cascarón'.
-Hay castillos que estaban en ruinas y se han reconstruido para hacerlos 'bonitos' por fuera y encajarlos en el paisaje o con algún fin hostelero. ¿Algún ejemplo claro en España? ¿Entiende este tipo de intervenciones?
-Hay un caso penosísimo y reciente: el viejo castillo de Curiel, en Valladolid, una fortaleza altomedieval que ha sido 'reinventada' para alojar un hotel. Se han cargado no solo la construcción, sino hasta la colina donde se asentaba. De todas formas, en el libro dedico un capítulo a las restauraciones, tanto las que considero criticables como las que son dignas de elogio. Es muy difícil encajar un hotel en un castillo (aunque algún caso hay), pero también existen ejemplos bien hechos de casas consistoriales, museos, centros culturales, archivos, bibliotecas o institutos de enseñanza alojados en castillos.
-Restaurar castillos debe de costar un dineral... pero si tuviera que elegir uno para hacerlo... ¿cuál sería y por qué?
-Voy a decirte dos: uno sería el castillo de La Ballesta, cerca de Ayerbe (Huesca), por su autenticidad y su estructura originalísima; otro sería el de La Calahorra, en Granada (que es el primer castillo renacentista de España), donde habría que hacer una labor muy delicada y cuidadosa, conservando no solo las partes monumentales (que allí son extraordinarias), sino también los elementos humildes y que revelan la vida cotidiana: cuartos de servidumbre, letrinas… Y en los dos casos, curiosamente, creo que podrían hacerse esas restauraciones con un desembolso relativamente modesto.
-¿Debemos estar los españoles orgullosos de nuestro patrimonio de arquitectura militar? ¿En Francia, por ejemplo, los cuidan mejor? Estoy pensando en los castillos del Loira, que tienen toda la fama, pero me temo que aquí no tenemos ejemplos de ese tipo...
-Podemos apreciar y disfrutar de esa arquitectura, como de todo el patrimonio (templos, murallas, palacios, conjuntos de arquitectura popular...). No tenemos un patrimonio castillero tan cuidado como el francés, pero a cambio poseemos muchos más castillos medievales auténticos, no reformados (como en Francia) a partir del Renacimiento. Por ejemplo, el de Gormaz, el de Miravet, el de Montealegre, el de Pambre... Como digo en el libro, los castillos tienen muchas cosas que enseñarnos. Por ejemplo, su capacidad de asentarse en el paisaje sin destruirlo, adaptándose al territorio, incluso mejorándolo.
-Posiblemente el castillo o el palacio fortificado más conocido de España sea la Alhambra, pero hace apenas siglo y medio era un lugar 'okupado' por mendigos, vagabundos... ¿le suscita alguna reflexión?
-Desde luego. La conclusión más clara es que los edificios deben utilizarse para mantenerse en pie. Hay muchísimos casos de monumentos que han tenido usos aparentemente 'innobles', pero que han permitido que siguieran existiendo. En el caso de la Alhambra, la labor del arquitecto Leopoldo Torres Balbás fue luego providencial, pero antes fueron esos vagabundos que nombras los que, sin pretenderlo, mantuvieron el monumento.
-¿Por cierto, habiendo tantos castillos en España por qué ha elegido una foto suya en la Acrópolis de Atenas para la solapa del libro?
-Jajaja... bueno es verdad que no está en España, pero es el 'castillo' más importante de todos. En la Edad Media lo llamaban el 'Castillo de Atenas'. Fue considerado en el siglo XIV por el rey de Aragón, Pedro el Ceremonioso, como la mayor joya del mundo, que ningún rey cristiano podría igualar... Y, además, la Acrópolis es nombrada como referencia en varios lugares del libro.
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