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ANTONIO JAVIER LÓPEZ
Domingo, 17 de julio 2022, 07:35
La baronesa enfila uno de los veranos más calmados de los últimos años. Firmada con el Gobierno la cesión de parte de su colección después de un largo tira y afloja, encauzada su relación con su hijo mayor Borja y con sus hijas Carmen y ... Sabina asomándose a la adolescencia, Carmen Thyssen pasa revista al pasado, el presente y el futuro con la risa puesta y lejos de la nostalgia.
-Baronesa, le escucho un poco entrecortada.
-¿Sí? Yo te escucho perfectamente. Quizá sea la cobertura. Estamos en Saint-Tropez.
-¿Cuánto lleva allí?
-Unos diez días. Hemos estado en Montecarlo, Portofino...
-¿Va a menudo?
-Sí solemos venir. Tenemos amigos de toda la vida.
-¿Y tiene ya decidido qué hará el resto del verano?
-No. El verano hay que dejarlo un poco suelto, un poco en el aire para poder disfrutarlo mejor. Me gustaría ir a varios sitios, como Málaga, por supuesto, que ya sabes que me encantan Málaga y Marbella. Lo estoy preparando con las niñas.
-¿Es más de playa, de montaña o de yate?
-Siempre me ha gustado más la playa.
-¿Algún recuerdo especial de un día de playa o de una jornada de verano?
-Muchos, muchos... Tengo muchos recuerdos muy bonitos de muchos veranos, sobre todo de hace ya algunos años con Heini (su marido Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza, 1921-2002)... Fíjate, para mí un verano muy especial fue el anterior al que abrimos el Museo Carmen Thyssen Málaga, cuando se abrió el museo... Lo recuerdo con mucho cariño.
-Suele decir que el Thyssen de Málaga es su ojito derecho...
-Es muy especial. Además, el museo va de maravilla. Es la única colección que existe en el mundo de cuadros del siglo XIX y XX. No hay una colección tan completa como la que tenemos en Málaga de cuadros nuestros, españoles.
-Ese museo muestra una parte de su colección. ¿Se siente valorada como coleccionista?
-Los entendidos ya lo saben y no hace falta recordárselo. Y a los que no lo saben, ¿para qué molestarse? (Ríe)
-¿Ha aprendido a capear las críticas?
-Sí, claro. Aunque como coleccionista no he tenido muchas críticas, gracias a Dios.
-¿Y del resto, alguna que le haya dolido especialmente?
-No, no...
-Hablemos entonces de sus seguidores. Hace unas semanas organizamos en el Aula de Cultura de SUR un encuentro con las periodistas Rosa Belmonte y Emilia Landaluce y ambas coincidieron en que les parecía mucho más interesante entrevistarle a usted que a Pedro Sánchez, porque iban a aprender mucho más de la vida. Así que aquí estamos, baronesa.
-(Ríe) ¡Pues dales las gracias de mi parte! No sé por qué lo dirán, ¡pero mira qué bien! Supongo que lo dirán por la longevidad.
-¿Siente que ha tenido una vida feliz?
-Bastante, con sus altibajos, como todos nosotros, pero siempre he intentado salir adelante de una manera positiva.
-¿Cuál sería el momento más feliz de su vida?
-Cuando estábamos todos reunidos, con mi madre, mi marido, mi hermano... Seres que ya no están en este mundo. Eso lo recuerdo con mucha alegría. Esas épocas ya pasaron, las recuerdo también con nostalgia, claro, pero hay que mirar hacia adelante.
-¿Le vence a menudo la nostalgia?
-No, no... La nostalgia la dejo a un ladito y sigo adelante.
-Se han cumplido esta primavera dos décadas de la muerte del barón Thyssen. ¿Ha sido el gran amor de su vida?
-Bueno, he tenido dos grandes amores en mi vida: mi primer marido, Lex Barker, y Heini. Cada uno a sus años. Yo era muy joven cuando estuve con Lex Barker y luego con Heini Thyssen más en la madurez. Esos han sido los grandes amores de mi vida.
-¿Le cuenta esas historias a sus hijas?
-Siempre cuentas cosas y es bonito. No tienes por qué guardarlo. Esas cosas hay que contarlas y tenerlas presentes. Las memorias están ahí y es bonito compartirlas.
-¿Le tienta escribir sus memorias?
-Estoy haciéndolo.
-¿Y cómo va?
-Pues bastante bien, porque ahora en verano voy a tener un poco de más tiempo para escribir (Ríe).
-Esas risas, baronesa...
-Sí... ¡A ver qué tal! (Vuelve a reír).
-¿Va a ajustar muchas cuentas en sus memorias?
-Bueno... No quiero ni meterme con nadie ni dejar de hacerlo. Las cosas las contaré como son. No es cuestión de poner a nadie en su sitio o fuera de su sitio, sólo contaré las cosas como son.
-Sigamos haciendo memoria. ¿Algún momento fundamental en su vida?
-Todos. Todos. Cada momento de tu vida es fundamental cuando lo vives.
-¿Se arrepiente de algo?
-Siempre te arrepientes de cosas que no has hecho o que te hubiera gustado hacer de otra manera, claro. No conozco a nadie que no se haya arrepentido.
-¿Hay algo que le haya pesado especialmente?
-Te molestan cosas, claro. Cosas que hiciste de una manera o que no pudiste hacer. Es normal. No somos perfectos. Aprendemos a lo largo de la vida. Eso es vivir.
-¿Cuál ha sido la mayor lección que ha recibido en ese aprendizaje que es la vida?
-Ser fiel a ti misma, ser tú misma, no ser otra persona que los demás quieren que seas. Sí... Creo que esa sería la gran lección de la vida: ser fiel a ti misma, siendo positiva, limpia y sin hacer daño a nadie a sabiendas.
-¿Ha pagado un precio por ser fiel a sí misma?
-Sí, claro. Siempre se paga por ser fiel a uno mismo.
-Y ya que hablamos de ser fiel a una misma, ¿se identifica más con Carmen o con la baronesa?
-O con Tita.
-¿Hay alguna diferencia entre ellas?
-Ninguna. Somos la misma persona.
-¿Le gusta que le llame Tita gente que no la conoce?
-Sí, me gusta mucho, porque me siento más familiar.
-Fíjese que le trato desde hace años y no me sale lo de Tita.
-Ya te lo he dicho otras veces. ¡Llámame Tita, a ver qué pasa! (Ríe)
-Venga, Tita, le he preguntado como madre y ahora le pregunto como abuela. ¿Tiene algún preferido entre sus cinco nietos?
-Si lo tuviese no te lo iba a decir.
-¿Por qué?
-No, no se debe. Son todos divinos y son todos familia, así que no se debe.
-¿Se verá con su hijo Borja y su familia este verano?
-Seguramente lo haremos, a mediados de verano, quizá en agosto.
-Y ahora que por fin ha firmado el alquiler de su colección con el Estado. ¿Se ha dado algún capricho?
-No, qué va... Tenía deudas... (Ríe)
-¿No me dirá que ha dedicado ese dinero a 'tapar agujeros', como se suele decir?
-¡Justo eso! Ser un coleccionista te acarrea muchos gastos, sobre todo cuando dejas tu colección gratuita como he hecho yo tantas veces.
-Quizá sea un prejuicio, pero no parece transmitir la imagen de una persona con deudas.
-No conozco a ningún coleccionista que entienda esa labor como una manera de compartir la belleza de unas obras maravillosas que no vaya adquiriendo también muchos problemas.
-¿Pesa mucho el apellido Thyssen?
-Sí, claro que pesa, es un apellido que tienes que respetar. Pero ha sido una suerte poder estar en el momento oportuno para poder crear ese Museo Thyssen en España para traer una colección como la que Heini y yo teníamos entonces. Eso compensa los sacrificios que tienes que hacer, porque son sacrificios. Me siento feliz de que los cuadros estén valorados. El arte es especial.
-He leído que una de sus hijas tiene inquietudes creativas. ¿Le gustaría que fuera artista?
-Ojalá. Pero yo no empujo. Serán lo que ellas quieran ser. A una de ellas, cuando le cuento alguna historia, la recrea en dibujos y lo hace muy bien.
-¿Y además son estudiosas?
-Sí, sí... Han sacado las dos unas notas muy buenas. En Andorra van a un colegio muy bueno, un colegio internacional. Hablan cuatro idiomas y estamos muy contentos. Andorra es además un país muy bonito donde estamos muy tranquilas. Me alegro mucho de que hayan sacado esas notas, pero tampoco les exijo.
-¿No es una madre exigente?
-No. Siempre les he dicho que si quieren seguir estudiando, que sigan; si no quieren, que no sigan. Que hagan lo que quieran.
-¿A qué le gustaría que se dedicaran?
-Hombre, me gustaría mucho que se dedicaran al arte, al coleccionismo, como yo he hecho, porque es lo que sé hacer.
-¿Tiene su colección el futuro garantizado?
-¡Eso espero! (Ríe)
-Con sus hijas Carmen y Sabina y también con Borja.
-Sí, él desde pequeño ha estado muy relacionado con el arte. En Villa Favorita vivíamos prácticamente en un museo y las niñas también han crecido rodeadas de arte, así que espero que les guste seguir con ello.
-¿Cómo le gustaría que le recordaran sus hijos?
-¡Como les dé la gana! Como lo sientan ellos, mejor que sea una cosa natural y que piensen lo que quieran. De verdad.
-Y fuera de su familia, ¿se ha sentido a veces poco valorada?
-No, no... Y si alguna vez no me he sentido muy querida, he pensado 'Pues ya me querrán'. No se pueden estar haciendo siempre las cosas por el qué dirán. Si no, no harías nada. Hay que seguir adelante con tus propias ideas.
-¿Nunca le ha preocupado el qué dirán?
-Nunca. Una es como es y no te puedes estar preocupando de lo que dirá la gente, porque cada uno pensará una cosa diferente de ti, sobre todo, personas que no te conocen personalmente. Y los que te conocen personalmente, si no te quieren, pues que no te quieran. Si te quieren como eres, pues muy bien. Pero si no te comprenden, pues lo siento mucho, no se puede contentar a todo el mundo.
-¿Se le acerca mucha gente por el interés?
-¡Hay de todo en esta vida! (Ríe) Sí, claro. Es normal.
-¿Y los cala pronto?
-Pues muchas veces no, la verdad. Soy bastante despistada.
-¿Ha sido en alguna ocasión demasiado inocente?
-Sí, sí... Más antes que ahora, claro, pero sí, a veces he sido demasiado inocentona. Con la edad una aprende.
-A ver si aprendo yo también. Muchas gracias por este rato, Tita.
-¡Hombre, ya era hora!
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