Fueron algo más de seis minutos y medio de narración, interrumpida solo por la emoción. Fue el tiempo que necesitó Carles Francino para explicar cómo había pasado estos 47 días que el coronavirus le había apartado de los micrófonos de 'La ventana', en la cadena ... Ser. El 26 de marzo comenzó lo que en principio era una medida de precaución: Francino había estado, al aire libre y con mascarilla, con una persona que había dado positivo. Como era un contacto estrecho, se aíslo. «A los cinco días de dar positivo tuve que ingresar de urgencia en la Fundación Jiménez Díaz con fiebre muy alta y oxígeno muy bajo», relató en su vuelta a la radio.
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«Las pasé canutas, sobre todo durante 48 horas en las que los indicadores eran malos, incluido un ictus del que, afortunadamente, parece que no me ha quedado ninguna secuela. Perdí seis o siete kilos, masa muscular, además perdí la voz. Pero, bueno, yo he salido», destacó, antes de que se le rompiera la voz al recordar que esa persona cercana, un familiar, murió el 12 de abril y otra se recupera muy lentamente tras permanecer un mes en la UCI. «Además, mi mujer, y mis hijos pequeños, también sufrieron el ataque de la covid, aunque con menor virulencia», señaló.
«Si el cariño fuera una hipoteca, yo estaría pagando plazos lo que me queda de vida», apuntó el director de 'La ventana' para agradecer a los compañeros «de todas las radios», amigos y oyentes el apoyo que le han transmitido durante este mes y medio de convalecencia. «Quizás deberíamos invertir más energía en las cosas importantes de la vida, las que tienen que ver con los sentimientos nobles», remachó.
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