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Un señor de 84 años llegaba a la plaza de España al atardecer y buscaba un asiento entre las primeras filas. Lo había ocupado también en la tarde noche del viernes y en la fría velada del sábado. A su lado, niños, adolescentes, matrimonios de los de toda una vida juntos. Una de las integrantes de Quatre Cats sonreía: «No se ha perdido ni una obra y viene feliz. Es la magia del circo. Del teatro. Del arte», decía orgullosa Elo Casas, una de los cuatro integrantes del colectivo cultural organizador del Artencalle, el Festival de Teatro, Circo y Artes de calle que, con el patrocinio del Ayuntamiento y del Gobierno de La Rioja, ha convertido este fin de semana la plaza de España de Alfaro en un gran escenario al aire libre.
Después de tener que aplazarlo hasta suspenderlo el verano pasado por la situación epidemiológica, Artencalle ha compartido una quinta edición en la que la variedad y la calidad de las propuestas han arrancado la ovación del público: puro circo de calle el viernes con Circo Los y su colección de acrobacias, malabares, ciclos, etcétera; el ritmo que inocularon en el cuerpo Brodas Bros en la fría noche del sábado con 'Hipstory', que recorrió la historia de la música urbana desde el funk hasta el break dance y que terminó con todo el público en pie y bailando; y el cierre en la tarde-noche de ayer con el absurdo macarra de los franceses Los Putos Mákinas.
Para el inicio de la obra 'Piti Peta Hofen Show', el recinto perimetrado alrededor del escenario tenía ya cubiertas las 200 sillas dispuestas. Y el público llenaba las terrazas a ambas orillas y la grada que suponen las escaleras de la Lonja de San Miguel. «Érase una vez tres personajes en un mundo absurdo donde reina la estupidez», presentaba a modo de rapsoda uno de los tres actores. Y fue la perfecta sinopsis de lo que se desarrolló en la siguiente hora para disfrute de los amantes del humor absurdo, de la tontería por la tontería, de las situaciones nada higiénicas ni educativas llevadas al humor.
Obligatoriamente recordaron a Tricicle, pero a la francesa y de una forma más primitiva. Con una puesta en escena minimalista, con una mesa, unos aros, unas bolas y bien de gominolas, encadenaron situaciones absurdas que engancharon gracias a su humor gestual a la vez que inteligente en una comunicación directa con el público, que respondía con sus aplausos.
«Es un gusto poder volver a actuar delante de la gente», se despidió entre la larga ovación uno de los actores, agradeciendo la apuesta de la organización por este festival. Al otro lado del escenario, el aplauso quería agradecer y expresar que es un gusto poder volver a tener artes en los escenarios. En las calles.
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