Camprovín, un pueblo con arte en sus calles
Camprovínarte ·
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La quinta edición del festival ha vuelto a ser un éxito y el público ha acudido a la localidad a disfrutarloUn año más y van ya cinco, Camprovín, esta pequeña localidad de la comarca najerina, ha vuelto a ser el epicentro cultural de La Rioja durante una semana y de manera especial el viernes, sábado y domingo. A lo largo de estos tres días los visitantes han acudido al reclamo de Camprovinarte, unos porque ya conocían de su atractivo por ediciones anteriores, y otros por la simple curiosidad de ver de cerca cómo este pequeño pueblo promociona el mundo rural a través de la cultura.
Si los vecinos se sienten orgullosos de lo que ocurre cada mes de julio en su pueblo, los visitantes se muestran admirados de lo que están siendo capaces en la localidad con una propuesta que, para algunos, solamente tendría cabida en una población de otras características.
También los propios artistas ponen de manifiesto su admiración por la iniciativa, como es el caso de Gonzalo Martín, cuyo nombre artístico es Taquen, y que ha sido seleccionado para esta edición con un proyecto de un mural en el que se ha centrado en plasmar el vuelo de los milanos, «un ave muy común en esta tierra». Para él, Camprovinarte es «una iniciativa muy, muy, muy positiva para dinamizar el pueblo, atraer gente y sobre todo si se hace, como en este caso, con responsabilidad sabiendo que trabajamos en el entorno rural y que los propios artistas lo tengamos eso muy claro para no distorsionar la imagen del pueblo». Y destacaba que «ha habido cuatro visitas guiadas con alrededor de 40 o 50 personas en cada una».
Por su parte, la cordobesa Virginia Bersabé, se mostraba feliz por haber podido participar en el festival. «Cuando me llamó Lara (Montoya, directora de Camprovinarte) me hizo mucha ilusión porque también suponía llevarme mi trabajo a una zona donde no había trabajado nunca y en un pueblito tan chiquito poder rescatar esa memoria, esa historia en la piel que yo trabajo con las mujeres».
El riojano Carlos Ramírez 'Zorromono' destacaba que, tras darle muchas vueltas a su proyecto, «al final me quedé con una zona que me llamaba mucho la atención por el paisaje y el entorno exterior del pueblo, e hice una intervención en tres teñazos en los que, tras limpiar el terreno para dar valor al entorno olvidado y al pueblo, he utilizado los viejos aperos como elementos de protección del territorio. Al final de lo que más contento estoy es de que esos espacios se vuelvan a utilizar».
En el caso de la navarra Iranzu Urra, ha trabajado con 14 fotos antiguas de gente de la propia localidad, fotos que ella ha convertido en piezas de porcelana en las que ha incrustado bordados con hilo rojo para subrayar detalles: «He querido hacer un homenaje a los mayores, a nuestros antepasados, y con el hilo rojo quiero simbolizar el tema de la herencia y la sangre».
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