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Apúnteselo: mañana toca ajustar los relojes. Y menos mal que los móviles lo hacen ellos solitos, porque si no todo sería más complicado. Pero en fin: llega el cambio de hora de otoño. Que es, digamos, el «bueno», por eso de que al llegar las tres de la mañana vuelven a ser las dos, y eso nos da una horita más de sueño en pleno domingo.
Pero ya sea el cambio bueno o el malo (el de primavera) lo cierto es que todo indica que estos revoltijos horarios tienen sus días contados. Probablemente fue la pandemia la que dejó en barbecho una decisión que ya tiene años. La Comisión Europea decidió suprimir el cambio para 2019, luego se prorrogó hasta 2021, y ahí seguimos por ahora. Porque es el Consejo de la UE (o sea, los gobiernos) el que tiene que ratificarlo. Y ese proceso aún, que se sepa, no se ha puesto en marcha.
Hay dos obstáculos obvios a esa decisión. Uno, que ahora mismo cualquier ahorro energético, por pequeño que sea, es bienvenido. Y así, aunque el cambio horario no tenga los beneficios que se le suponían hace décadas, es comprensible el recelo.
El otro obstáculo es que si dejamos de cambiar la hora hay que decidir en qué huso horario se queda cada uno. Y esa decisión tampoco es fácil, sobre todo para los que, como es el caso de España, estamos en un horario que no nos corresponde por longitud.
Como el cambio es a nivel europeo, no faltan propuestas de una regulación general. La última fue hecha pública la semana pasada por un grupo de expertos capitaneado por el alemán Till Roenneberg, uno de los cronobiólogos (estudiosos de los efectos del ritmo horario en el organismo) de mayor renombre.
La propuesta es dividir Europa en cuatro husos horarios. En uno, el llamado 'de las Azores' entraría Islandia, La República de Irlanda (pero no Irlanda del Norte) y Portugal. En el segundo, 'Europa Occidental', estaría España junto con Francia, Bélgica, Países Bajos y Reino Unido. El tercer huso horario quedaría para 'Europa central', una ancha franja desde Dinamarca, Alemania y Polonia al norte hasta Italia, Grecia y los Balcanes al sur. Y finalmente, hacia el este (aunque incluyendo los países nórdicos) estaría el eje de 'Europa oriental'.
Según esta propuesta, el cambio se haría a lo largo de un año. El primer paso sería eliminar el trueque de horario de primavera para dejar el que los países viven en invierno. Eso sería suficiente para muchas naciones pero no para otras, que actualmente no están en la zona horaria que recomienda la propuesta. Son unos cuantos, entre ellos España. Para ellos habría un segundo paso, que sería ajustar de nuevo el horario en otoño, ya por última vez.
La propuesta está en el aire, aunque no tiene ninguna oficialidad. La pelota sigue en el alero de los gobiernos.
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Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
Sergio Martínez | Logroño
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
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