¡Hay que cambiarlo todo!
CON LOS SIETE SENTIDOS ·
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CON LOS SIETE SENTIDOS ·
Vuelven las celebraciones en torno al 8 de Marzo: las manifestaciones, las actividades, la elección de cuentos y libros en los centros para ensalzar o para descubrir la labor de muchas mujeres olvidadas, relegadas, negadas o, simplemente, desconocidas. En esta labor encontramos estudios sobre mercados ... laborales, sobre maltrato y feminicidios o sobre situaciones sociales. Igualmente existen concienzudas tesis doctorales, obras de relevantes autoras del panorama literario recopilando nombres y trayectorias femeninas poco o nada conocidas, antologías poéticas y cuentos infantiles. Es, lógicamente, una satisfacción para mí como lectora y escritora contemplar cómo crece la literatura femenina: las obras que nos descubren a mujeres en todas las facetas artísticas, sociales, científicas, y las que tratan de inculcar en los niños el discurso, el sentir y las actitudes de igualdad de género. En este sentido, de entre los muchísimos cuentos infantiles rescato uno divertido, sencillo y aparentemente sólo anecdótico, «Daniela, Pirata». Un delicioso relato, que en casa nos encanta, con el que «trabajar» juntos los prejuicios existentes en torno a los roles a desempeñar por las mujeres. ¡Claro! una historia no es una panacea, es sólo una gota en el océano del trabajo por la igualdad que tenemos que desarrollar dentro de la familia, sin relegar nuestra obligación al profesorado, o a los programas diseñados para ese fin.
Así, que pese a los pequeños avances en el terreno de la igualdad de género, me sigue indignando el hecho de tener que continuar reivindicando la valía de la mujer y la equivalencia de la labor de la condición femenina frente a la masculina. Entre las reclamaciones de las asociaciones en pro de los derechos humanos se especifica: «Las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres. Algunos de los principalmente reconocidos son: Derecho a la vida, derecho a no sufrir discriminación ni violencia por el hecho de haber nacido mujeres. Derecho a no ser maltratadas ni asesinadas por sus parejas o ex parejas, a no vivir con el miedo constante a ser agredidas sexualmente con impunidad... ». Y otros derechos que. por sí mismos, son tan obvios que nunca se nos ocurriría especificarlos para los hombres.
No queremos un día ni un mes bonito. Queremos que el género masculino no se lave las manos de los delitos que comete hacía el nuestro: —grandes, por ejemplo en Irán, Afganistán, Siria, Venezuela, Rumanía,.., o cotidianos, como en nuestra sociedad, por ejemplo, no asumir su parte de responsabilidad en las tareas del hogar, no retribuir con igual salario el mismo trabajo, devaluar a la mujer—. Y queremos construir unidos, todos los géneros, un mundo igualitario sin violencia.
Por ello, querido lector, te pido que nos movamos juntos y que alces la voz conmigo y con la voz de la poeta Mercedes Pinto: «¡Hay que cambiarlo todo, las costumbres, la indiferencia, las leyes, todo!».
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