Un técnico examina uno de los muros de la Parroquia de los Dolores, en Madrid. E.P.

Calderón aún busca el sueño eterno

Un georradar rastrea en una iglesia de Madrid el nicho donde se habrían puesto a salvo en 1936 los restos del universal dramaturgo

Jueves, 17 de diciembre 2020, 18:45

¿Una ilusión? ¿Un sueño? ¿Un frenesí? ¿O una certeza? Se verá. Un georradar escudriña desde ayer las paredes de la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores, en Madrid, en busca de los restos de Pedro Calderón de la Barca (1600-1681). Para otorgarle el soñado descanso eterno, se sigue la confesión del sacerdote que aseguró que los restos del universal dramaturgo se ocultaron en los muros de la parroquia para protegerlos de la furia anticlerical que en la guerra civil calcinó el templo y asesinó a seis curas.

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Los técnicos, optimistas, tienen tres meses para hallar los restos del autor de 'La vida es sueño'. Una búsqueda con antecedentes como las de Cervantes o García Lorca, que no terminaron bien. El equipo de geolocalización que comanda Luis Avial, que en 2015 buscó a Cervantes en el convento de las Trinitarias, trabaja con una tecnología «no intrusiva» que permite 'ver' qué hay tras los muros. «En dos semana podríamos saber algo», dice. Si aparecen restos en buen estado, se podría extraer el ADN.

En 1964 un sacerdote reveló al capellán Vicente Mayor que la urna con los restos de Calderón, depositados en la parroquia en 1902, se escondió en un nicho excavado en una pared del templo. «Los restos no han desaparecido. No estaban en la arqueta de mármol, que era una cosa simbólica», dijo el cura en su agonía. Murió sin dar más detalles. Le cree Pablo Sánchez Garrido, coordinador de la investigación y profesor de la Universidad CEU San Pablo, que financia la búsqueda.

La arqueta y la iglesia, en la céntrica calle de San Bernardo, ardieron en 1936, al comienzo de la Guerra Civil, y los restos del dramaturgo se dieron por perdidos. Tras la confidencia, el capellán Mayor intentó hallarlos sin éxito. Sánchez juzga ahora «una obligación cultural y patriótica» averiguar si los restos siguen allí o se perdieron. Según sus datos, la urna «tiene adornos de bronce», lo que facilitaría su localización «sin horadar los muros».

Se ha comenzado buscándola en las paredes de la capilla dedicada a Calderón. Se rastreará luego, de ser necesario, toda la iglesia, los sótanos y la sede de la Congregación de San Pedro Apóstol de los Presbíteros Seculares Naturales de Madrid (a la que también perteneció Lope de Vega), de la que el propio Calderón fue capellán y a la que dejó en herencia todos sus bienes.

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Baile de huesos

Desde su muerte en 1681, los restos del dramaturgo cambiaron de emplazamiento hasta siete veces. Estuvieron durante 160 años en la parroquia del Salvador. De allí pasaron al cementerio de la sacramental de San Nicolás. Más tarde se llevaron a una capilla de San Francisco el Grande, y regresaron al camposanto de San Nicolás. Cuando parecía que Calderón había hallado su última morada, fue llevado, en el siglo XIX, a la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores.

Sacerdote, militar, y genial dramaturgo, Pedro Calderón de la Barca y Barreda González de Henao Ruiz de Blasco y Riaño, fue uno de los grandes del Siglo de Oro y del Madrid del siglo XVII donde nació –el 17 de enero de 1600–, vivió, murió y situó buena parte de sus obras. Vivió en la calle Mayor 61 desde 1663, cuando fue nombrado capellán real por Felipe IV, reconociendo la enorme calidad de sus dramas. Es hoy uno de los dramaturgos más representados del teatro en castellano gracias a obras como 'La vida es sueño', 'El alcalde de Zalamea', 'El médico de su honra' o 'El mágico prodigioso'.

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