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La cadena de montaje de Ford se quedaba sin mano de obra. Horarios y trabajos repetitivos espantaban a los trabajadores. Ford no lo dudó. De nueve a ocho horas de faena y salarios diarios de 2,5 dólares a 5 dólares. Resultado: filas pidiendo ... trabajo. Trabajadores contentos y eficientes. No, no es un cuentito, es economía de estudio en institutos.
El 'T' se podía pedir con varias configuraciones. Largo, corto, carrozado, descapotable... La misma plataforma. ¿El color? A elegir, siempre que fuera negro, decía Ford. La cadena de montaje permitía fabricar más, más rápido y más barato. Ford fue bajando el precio de su coche hasta convertirlo en un producto asequible. ¿Que no le llega? Se lo vendemos a plazos. El coche se democratiza y pasa a ser uno de los elemento clave de transformación social en el siglo XX y el 'T', en particular, pasó a denominarse 'coche del pueblo'.
De la cadena de montaje de Detroit salía el primer 'T' en 1908 a un precio (promedio) de 825 dólares, lo que representaba el salario de 11 meses de un trabajador de la factoría. Con la cadena de montaje afinada en 1925, el coche bajó a 260 dólares, lo que, ya calculado el incremento de salario de un trabajador de la factoría, representaba mes y medio de salario.
Y las opciones de acabado, tantas como familias y trabajos se puedan imaginar. Un 'food truck', camioneta, coche funerario, coche de bomberos, autobús... lo que se pueda idear. Quince millones de unidades vendidas dan para todo un catálogo de posibilidades. Un éxito sin precedentes para un modelo que fue sustituido después por el modelo 'A' y que también obtuvo un soberano impacto. La firma ha logrado varios éxitos comerciales en su historia como el 'F' (35 millones), el 'Escort '(20 millones) o el 'Fiesta' (12 millones), cifras apabullantes, pero lejos de los 41 millones de 'Toyota Corolla'.
El éxito del 'T' animó a Ford a abrir sucursales en Europa. Los componentes llegaban a puerto y en el viejo continente se ensamblaban los vehículos. Cádiz y Barcelona optaron en 1919 a ocupar ese lugar. Ganó la tacita de plata y en la Segunda Aguada, donde hoy hay un apeadero ferroviario en la lengua de tierra que conecta con la vieja Cádiz, se instaló la fábrica. De ahí salió el coche del que hoy hablamos. José Ramón Nafarrate lo recita de memoria: «Este coche se terminó de montar en Cádiz un 8 de marzo a las 21.00 horas de 1920». La matrícula es de Murcia. Por precisar, en Cieza, pero esa es otra historia y seguro que sacamos un rato para oírla.
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