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El famoso verso 20 del Cantar de Mio Cid: «Dios, qué buen vassallo si oviesse buen señor», podríamos adaptarlo aquí sin rubor a: «Dios, qué ... excelente Semana Lírica si tuviese un buen público». La verdad es que hemos tenido en Logroño una interesantísima semana, repleta de conciertos, charlas y documentales de mucha calidad, que no ha movido la respuesta de público que sin duda merecía. Me pregunto, ¿dónde estaban los amigos de la ópera, los amantes de la zarzuela, los alegres cantores de coros y orfeones, los alumnos y profesores de canto o los simples curiosos, para no asistir al menos a alguno de estos excelentes actos? Además, y dado que una parte importante del festival versaba alrededor de tres formidables cantantes y compositoras españolas del siglo XIX, famosas en el mundo entero, reivindicando especialmente su condición de mujeres luchadoras por su libertad e independencia personal en una época en que prácticamente era imposible, auténticas heroínas de la causa femenina, ¿cómo es posible que no despertara el apoyo o al menos la curiosidad de ninguna de las múltiples activistas y responsables de la causa feminista de nuestra ciudad? Prefiero pensar que la horrible ola de calor que hemos sufrido toda la semana haya sido la causa de estas dolorosas deserciones, porque pensar lo contrario es demasiado triste respecto al pasotismo cultural que muestran mis conciudadanos y, en este caso, también mis conciudadanas.
Arrancó la semana con un recital a cargo del tenor Moisés Marín, ya presente en grandes teatros y temporadas de ópera nacionales y europeas, con su tremenda voz, perfectamente proyectada como un obús y manejada con absoluta maestría. La primera parte, de las tres en que distribuía el programa, fue una espectacular exhibición rossiniana con una de las escenas más temibles de todo el repertorio: el aria de Pirro 'Balena in man del figlio' de la ópera 'Ermione' de Rossini, plagada de dificultades y trampas vocales, con agudos inverosímiles y descensos a la zona más grave ¡de casi tres octavas! (busquen en YouTube el título del aria y verán de qué les hablo). Dicen que Rossini debía odiar a los tenores y parece ser cierto, no hay más que ver qué cosas tan terroríficas les hacía cantar el muy canalla. Tampoco se queda corta el aria 'Ah! No, sia questo di tregua il giorno' de su ópera Armida, que, al igual que la anterior, Moisés Marín cantó con asombrosa superioridad y poderío vocal, superando con brillantez y musicalidad todas las agilidades y sobreagudos requeridos. Como buen granadino, completó con una segunda parte de canción andaluza de Joaquín Turina y Ernesto Halffter bellamente fraseada y una tercera de canción variada incluyendo 'Volver' de Carlos Gardel. El pianista Héctor Eliel Márquez Fornieles resulto un sobresaliente acompañante y un brillante solista en las tres obras a piano solo.
Los tres días siguientes se dedicaron al ciclo 'Únicas y olvidadas' en la Biblioteca Rafael Azcona con tres charlas consecutivas y proyección de documental, la primera sobre la gran diva universal María Malibrán a cargo del amenísimo Josep Subirá, la segunda sobre Isabella Colbrán, excepcional mezzosoprano, además de esposa de Rossini, a cargo de la soprano Ashley Bell, protagonista también del corto proyectado, y la tercera sobre Pauline Viardot-García, hermana de la Malibrán y excelente cantante además de musa y asesora de grandes artistas como Gounod, Bizet, Liszt o los escritores Georges Sand e Ivan Turgeniev, a cargo de la mezzo Anna Tonna, protagonista igualmente del film. Magníficas las tres charlas y su complemento.
El viernes volvimos a la Sala Gonzalo de Berceo con una charla-recital de muchos quilates sobre canciones y duetos inéditos de Pauline Viardot, con la autorizada presentación y comentarios de la musicóloga e historiadora del canto Patricia Kleinman, autora de la investigación y con las interpretaciones de la mezzo Anna Tonna y la soprano Corina Feldkamp, acompañadas al piano por la soberbia pianista Isabel Dobarro. Es asombroso comprobar la calidad y belleza de estas canciones y duetos, desconocidos la mayoría hasta ahora, que fueron interpretados de forma tan brillante por estas dos maravillosas cantantes y acompañadas con igual brillo por la excelente pianista. Estos trabajos están editados en un CD que ya ha merecido una admirativa crítica de David Shengold en la revista americana Opera News, nada menos.
Queda la traca final de la sorprendente Traviata semiescenificada y dramatizada, en adaptación de cámara, que merece un capítulo especial en una segunda parte.
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