Ya estamos en la Semana Santa, una semana muy especial para todos los cristianos del mundo y para tantos turistas no creyentes.
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El mérito de que esté señalada en el calendario desde haces siglos trasciende a la mera agenda vacacional. Es un hito histórico que ... la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret se revivan 2.000 años después de acaecidas, con amor, dolor, agradecimiento y esperanza.
Señalada Fiesta de Interés Turístico Nacional, del Domingo de Ramos al Domingo de Resurrección, once cofradías de Logroño, en dieciséis procesiones distintas, salen a la calle celebrando y actualizando un hecho sin precedentes que tuvo lugar en una región llamada, desde entonces, Tierra Santa.
Jesús –el conocido como hijo de José y María, verdadero Dios encarnado en la naturaleza humana para dar ejemplo de vida, que dio testimonio de la Verdad y dedicó toda su existencia a hacer el bien en su trabajo, con su predicación, curando enfermos– acabó preso, torturado y finalmente asesinado en los tres últimos días de su vida, llamados santos por ese motivo.
Permitan que me centre en la Semana Santa de Logroño, sin olvidar las celebraciones intensas y llenas de tradiciones en toda La Rioja, donde todos los pueblos –grandes y pequeños– procesionan sus imágenes de, al menos, el Crucificado y su Madre Dolorosa.
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Logroño dispone y disfruta de varios pasos e imágenes procesionales con notable riqueza. Ningún 'Gregorio Fernández', ningún 'Salzillo', ningún 'Pedro de Mena' ni 'Juan de Mena', pero nos gloriamos, entre otros, del paso de las 'Siete palabras y el silencio' y de 'La Flagelación', ambos de Vicente Ochoa, del 'Cristo de las Ánimas' de Arnao de Bruselas y del 'Nazareno' de Narvaiza y Rubio Dalmati.
No es el reconocido prestigio escultórico de sus autores lo que suscita la devoción a estas imágenes. Lo que realmente amamos en ellas los cristianos es a la persona/s que representan. El honor tributado a todas ellas es expresión del respeto y del amor que nos merecen sus titulares. Nunca un gesto de adoración, solo debida a Dios.
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Tampoco es su belleza o dramatismo lo que mueve los corazones de los fieles. Es la instantánea realista de lo que Jesús, su Madre u otros Santos pudieron vivir y sentir aquellos cuatro días, lo que despierta en nosotros una idea de cuánto nos ama Dios, al verle, en los pasos, «clavado en una cruz y escarnecido; al ver su cuerpo tan herido; sus afrentas y su muerte».
Esta conciencia suscita la conversión de muchos: el paso de una vida de espaldas a Dios –o desconsiderada con Él– a otra donde nuestro amor y lealtad a Dios fijan el rumbo de nuestras vidas.
¿Qué destacaría yo de los pasos que van a ser procesionados estos días y de su incidencia en el fervor del pueblo logroñés?
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La costumbre, hecha piedad, de acercarse los viernes de cuaresma hasta la ermita del Cristo del Humilladero, en la carretera del Cortijo. Su origen data de mediados del siglo XVII según documenta Jerónimo Jiménez, quien me contó personalmente que perteneció a la parroquia de Santiago hasta que, a finales de los años 40, el obispo Fidel García encargó su cuidado a los padres capuchinos, de la parroquia de Valvanera.
La escena del paso de La Flagelación que, saliendo de Santa Teresita desde 1966, recorre las calles de su entorno el Martes Santo por la noche, mostrando la severidad y el horror de la vileza que azotó a Jesús con látigos de nervio y esquirlas de hueso o piedra. Ahí va todo el odio al hermano que algunos fomentan gratuitamente.
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La limpieza y veneración del Cristo del Santo Sepulcro el Miércoles Santo a mediodía. Centenares de personas –muchos niños– cumplen con esta tradición tan entrañable de limpiar el cuerpo muerto y muy lastimado de Jesús, en medio de un silencio emocionado. ¡Cuántos querrían poder haber hecho lo propio con el mismo Cristo!
También el mismo día, pero por la noche, el Encuentro en el Espolón. Siempre me ha parecido que retrata a la perfección los sentimientos maternales de María cuando ve a su hijo –y su Dios– hecho jirones y camino de ser clavado, en un áspero madero, hasta su muerte. ¡Así hieren nuestros pecados!
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Termino invitando a participar en alguna o en todas las procesiones, sobre todo la del Santo entierro del Viernes Santo. No dejemos pasar la Semana Santa como unas vacaciones cualesquiera. Es mucho más.
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