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Hace un siglo Rusia se apropió del genio y las obras de los artistas ucranianos que hicieron avanzar la vanguardia en el primer tercio del siglo XX. «Rusia robó nuestra identidad cultural», denunció Serhii Pohoreltev, embajador de Ucrania en España, al presentar este lunes en ... el museo Thyssen-Bornemisza 'En el ojo del huracán. Vanguardia en Ucrania, 1900-1930'. «Con esta muestra se recupera la identidad de nuestros artistas, robada en un genocidio cultural paralelo al de 'Holodomor', la hambruna causada por Stalin que se cobró la vida de millones de personas, y al que ahora se suma el genocidio militar», lamentó el diplomático.
Es una muestra «excepcional e histórica» que «saca del magma de la vanguardia ruso-soviética a unos creadores que recuperan su identidad robada», coincide Guillermo Solana, director artístico del Thyssen, que exhibe por primera vez fuera de su país las obras maestras de la vanguardia ucraniana y puestas, de momento, a salvo de los misiles.
Muchas de la obras que integran la muestra salieron de Kiev cargadas en camiones tras intensos bombardeos en la capital de Ucrania y en Leópolis. Llegaron la semana pasada al Thyssen, que acoge hasta el próximo 30 de abril esta exposición con una completa visión de la vanguardia ucraniana en las primeras tres décadas del siglo XX. Fue un periodo de intensa experimentación artística, marcado también por guerras, revoluciones, hambrunas y represión bajo la bota estalinista.
En un tiempo récord, y casi sin presupuesto, el Thyssen ha logrado reunir 69 obras procedentes en su mayoría del Museo Nacional de Arte de Ucrania y del Museo de Teatro Música y Cine. Las firman artistas tan universales como Sonia Delaunay, El Lissitzky, Kazimir Malévich (Kazymyr Malevych en ucraniano) o Alexandra Exter, a los que se suman Oleksandr Bohomazov, Vasyl Yermilov, Anatol Petrytskyi, Mykhailo Boichuck, Wladimir Baranoff-Rossiné. Una nómina con creadores de diferentes tendencias artísticas, desde el arte figurativo hasta el futurismo o el constructivismo.
La exposición ha sido posible gracias el empeño de Francesca Thyssen-Bornemisza, hija del barón Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza, patrona del museo y fundadora de Museos por Ucrania y TBA21, y al apoyo del presidente Volodímir Zelenski, que dirigió este lunes un emotivo mensaje de agradecimiento a los organizadores, patrocinadores instituciones y entidades que se han implicado. «Debemos hablar el lenguaje el arte, que derrotará al terror», dijo Zelenski, impulsor de una exposición «que demuestra como Ucrania está conectada con Europa».
«Había que contar esta historia», reivindica Marta Ruiz del Árbol, comisaria técnica de la muestra y conservadora de pintura moderna del Thyssen. Tanto ella como Francesca Thyssen recordaron como los cuadros salieron de Kiev el pasado martes, acompañados por un convoy militar, poco antes de uno de los bombardeos más intensos sobre la capital ucraniana desde el inicio de la invasión el pasado febrero. Es la primera vez que tan notable parte del patrimonio cultural ucraniano sale del país desde que comenzó la guerra. «Me alegra que sea en España y en uno de los mejores museos del mundo», dijo el embajador ucraniano.
Cuando llegaron a la frontera con Polonia tras unos 900 kilómetros, los camiones estuvieron retenidos casi diez horas, ya que un misil acababa de caer en territorio polaco matando a dos personas. Ninguna empresa se avino a asegurar las obras durante el trayecto por Ucrania y los conductores del convoy vieron pasar varios misiles rusos mientras se acercaban a la frontera, ha explicado a The New York Times Svitlana Melnyk, responsable de la empresa que coordinó el transporte.
Tres comisarios ucranianos, -Katia Denysova, Konstantin Akinsha y Olena Kashuba-Volvach-, han conformado la exposición con el objetivo claro de reivindicar la identidad hurtada de sus artistas. Ordenada cronológicamente, en la primera sala destaca el lienzo de una campesina ucraniana pintado por Davyd Burliuk en 1910 y que durante años se tituló 'Campesina rusa', hasta que advertidos por un vigilante, se inició una investigación que permitió cambiar el nombre.
La anécdota resume el espíritu reivindicativo de la muestra que rescata al arte ucraniano subsumido en el ruso a pesar de su singularidad. «Putin quiere ahora de nuevo, como Stalin, controlar toda la narrativa del país», dice Francesca Thyssen, cuando se calcula que en lo que llevamos de guerra se han expoliado más de 15.000 obras de arte de los museos e instituciones ucranianas.
Las obras expuestas son una pequeña representación de toda la producción de vanguardia ucraniana, ya que muchas obras fueron destruidas por el régimen de Stalin, que consideraba «decorativo y burgués» este tipo de arte. La despiadada represión estalinista contra la intelectualidad ucraniana llevó hace un siglo a la ejecución de docenas de escritores, directores de teatro y artistas, mientras que el 'Holodomor', la hambruna provocada por el hombre en 1932 y 1933, mató a millones de ucranianos.
La exposición, que ha despertado una enorme expectación internacional, viajará luego a Colonia (Alemania), y los organizadores confían en que otros países puedan acogerla. Saben que mientras hablen las armas, las obras estarán mas seguras fuera de Ucrania que en su propio país.
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