El regocijo vital y plástico de Manuel Alcorlo

En un recorrido que va de la década de 1950 a la actualidad, reúne pinturas, dibujos, estampas y libros de artista. Es la más ambiciosa antológica del pintor y académico madrileño, reconocido como un portentoso dibujante y protagonista de una extensa y prolífica carrera que abarca todos los géneros y técnicas, del óleo al grabado, pasando por la ilustración, el libro de artista o la pinturas mural.

Moneo y 'Peridis' destacan la vena «sarcástica y tierna» de la pintura de Alcorlo, que hunde sus raíces en una España carpetovetónica, que se mira Goya –«el más moderno y grande de todo los pintores, como Bach en la música», dice Alcorlo- y en la literatura de Larra y Quevedo. Con su anacrónico arte figurativo, Alcorlo fija su atención crítica en los mismo asuntos e inquietudes que sus egregios antecesores.

«Es un artista juguetón, un mago de lo diverso que se define por las ganas de jugar y de vivir» dijo 'Peridis' de este pintor, dibujante, violinista, ceramista y profesor que «juega con el ovillo de la vida y el arte». Maestro de la composición, adepto a una abigarrada densidad, retrata una sociedad burguesa de aire decimonónico de caballeros con chistera, reyes con coronas bufonescas y opulentas y enjoyadas damas.

El color y el humor acentúan la punzante crítica de su obra. Un pintura que «fluye sin esfuerzo», según Moneo, y que es «toda una fiesta para los ojos y los sentidos». «Todo me impresiona, la gente caminando o haciendo cosas» justifica una inspiración que le lleva a pitar al rey Juan Carlos I ante la costa devastada por el chapapote del Prestige, con una corona que parece un capirote, músicos callejeros, escenas familiares y circenses o autorretratos navegando y tocado el violín. «Sig investigando, siempre asombrándome» dice a sus 85 activos años.

Para Antonio Bonet Correa, director Honorario de la Real Academia de Bellas Artes. «Es la misión fantasmagórica de una época ya pasada, pero que aún perdura viva en gran parte de la España más reaccionaria del siglo XXI», apunta Bonet.

«Siempre quise ser con un pintor del Renacimiento», dice Alcorlo, académico desde 1998. «El artista ha de enseñar con su obra», agrega un creador muy implicado en la docencia que ha impartido cursos de dibujo en la RABSF y de pintura en la japonesa universidad de Nara. Su primera muestra individual data de 1955 y desde entonces no ha dejado de exponer en España y Europa.

Formado en las escuelas de Artes y Oficios y de Cerámica de la Moncloa, en el Círculo de Bellas Artes y en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando en al que ingresó en 1953, entre 1960 y 1964 fue becado un en la Academia de España en Roma, donde residió hasta 1964 antes de ganar otra beca de la Fundación Juan March.