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cristina núñez
Miércoles, 24 de febrero 2021, 19:17
Antes de llegar a Cáceres y pinchar una imaginaria chincheta en el mapa para fijar el lugar en el que reposaría su imponente colección de arte contemporáneo, Helga de Alvear (Kirn, Alemania, 1936) había llamado a muchas puertas de ciudades españolas. Vigo, San Sebastián o ... Granada se le antojaban lugares adecuados para dar cobijo a los millares de obras que componen uno de los conjuntos de arte privado más importantes de Europa. Hubo conversaciones, llegó a albergar ciertas esperanzas, pero nunca cuajó la idea. Y, entre tanto peregrinaje con su oferta bajo el brazo, la colección seguía creciendo, hasta llegar a las 3.000 obras que la integran hoy en día. Hacía falta un espacio donde la galerista, proveniente de una familia industrial germana y que llegó a España en 1957 para aprender idiomas, tuviera la certeza de que sus obras no se dispersarían, porque ella, lo repite constantemente «no compra para revender», sino por una especie de pasión irrefrenable, «vicio» ha llegado a llamar a lo suyo en ocasiones. «Me enamoro de todo», dijo ayer mismo durante la presentación del museo.
Muchos años después, casi 20 desde que el gobierno extremeño de Juan Carlos Rodríguez Ibarra mostrara interés en este proyecto y se pusiera en marcha, el sueño se hace realidad. Este jueves los Reyes de España inauguran el Museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear, ampliación de una primera fase más pequeña donde desde 2010 se han ido sucediendo exposiciones, visitas monográficas, conferencias y talleres.
Cáceres, que hace gala de un conjunto monumental especialmente bien conservado, con numerosos palacios y casas fuertes del siglo XV y XVI, incorpora a su oferta cultural y turística un elemento insólito que puede aupar a esta ciudad a los circuitos del arte de vanguardia internacionales.
El museo abre con una muestra de 200 obras donde lucen nombres de tronío junto a otros menos conocidos pero valorados por los expertos. Una valiosísima edición de 'Los Caprichos' de Goya, la espectacular lámpara con 60.000 cuentas rojas del artista Ai Weiwei, pintura de Paul Klee o Tapiès o escultura de Juan Muñoz y Cristina Iglesias componen la muestra inaugural de este museo. El propio edificio que alberga la parte nueva es un aliciente más, una especie de envoltorio de lujo, arte para guardar arte. Diseñado por el arquitecto Emilio Tuñón y con 5.000 metros cuadrados distribuidos en cuatro plantas descendentes, consta de una caja plagada de columnas que según el propio Tuñón aluden a «la arquitectura blanca y a la medieval» de Cáceres, emulando una especie de «castillo o fortaleza».
El recinto, que salva una pendiente de 24 metros entre dos calles, aúna y conecta por un jardín dos zonas muy distintas. La atmósfera popular y los aires nobles quedan cosidos por este centro, el sueño cumplido de una alemana muy obstinada.
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