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Artista largamente postergado, Guido Reni (Bolonia, 1575-Bolonia, 1642) fue tenido en su tiempo por uno de los pintores más prominentes de Italia. Después de siglos de ser ignorado, fue por fin reivindicado por la crítica en 1954, con motivo de la exposición que tuvo ... lugar en dicho año en Bolonia. Su pintura, profundamente influida por la antigüedad clásica y Rafael, representa una de las más vigorosas muestras de la tendencia clasicista del arte barroco. En Bolonia fue discípulo del artista flamenco Dionisio Fiamingo Calvaert, si bien muy pronto, comenzó a frecuentar la academia de los Carracci, cuya educación propugnaba el retorno a la naturaleza. El Museo Nacional del Prado y la Fundación BBVA presentan 'Guido Reni,' una exposición comisariada por David García Cueto, jefe del departamento de Pintura Italiana y Francesa hasta 1800 de la pinacoteca madrileña. La muestra reúne casi un centenar de obras procedentes de 40 entidades culturales de todo el mundo para resaltar la determinante contribución de este genio boloñés en la configuración del imaginario estético del barroco europeo. La exhibición, que se inaugura mañana, se puede ver hasta el 9 de julio.
Por primera vez se muestra la obra 'Hipómenes y Atalanta' conservada en el Prado junto a la versión de Capodimonte; 'San Sebastián', tal y como la ideó el artista, despojado del gran repinte que ampliaba el paño de pureza que cubría su cuerpo; 'La predicación de San Juan Bautista', perteneciente a las Madres Agustinas de Salamanca y recién incorporada al catálogo del artista; o la inédita 'Baco y Ariadna', de una colección particular suiza.
Los visitantes de esta exhibición, que cuenta con la colaboración del Städel Museum, podrán contemplar obras poco vistas fuera de sus emplazamientos de costumbre, como el imponente 'Triunfo de Job', procedente de la catedral de Nôtre-Dame de París, junto a otras más renombradas, como la 'Inmaculada Concepción', del Metropolitan Museum of Art de Nueva York; la 'Cleopatra', venido de The Royal Collection de Londres; o 'Salomé con la cabeza de San Juan Bautista' y 'Magdalena penitente', de las las Gallerie Nazionale d'Arte Antica di Roma (Palacios Barberini y Corsini).
Esta amplia representación de la obra de Reni se exhibe en diálogo con una selección de pinturas y esculturas de otros autores, como Murillo y Caravaggio, con lo que se quiere revelar las influencias principales que el maestro recibió en la forja de su personalidad y las que ejerció en otros creadores de su tiempo. Por añadidura, una notable selección de dibujos de Reni permite valorar la riqueza y belleza de su proceso creativo.
Cuando fue preguntado sobre la supuesta misoginia de Reni, el comisario se mostró cauto y pidió no caer en el presentismo con el fin de evitar juzgar hechos pretéritos con ideas morales del momento. «Es algo que nos preocupa desde hace mucho, y es un debate muy necesario, pero en el que muy a menudo se incurre en un error de partida, al aplicar categorías éticas y morales del siglo XXI a una sociedad pasada. Si queremos hacer esa lectura, tendríamos que partir de un contexto en el que la que hable sea la verdad histórica», dijo.
Guido Reni cultivó una visión absolutamente idealizada de la mujer, propia del humanismo y el barroco. «¿Podemos decir en una sociedad del siglo XVII que un determinado individuo era misógino, cuando por desgracia todos sabemos que el papel de la mujer estaba habitualmente supeditado al varón?», se preguntó David García.
La muestra pone de manifiesto la aportación de los estudios sobre este gran pintor del siglo XVII, cuya fama se extendió no solo por la Italia de aquel siglo sino también por diversas zonas de Europa, incluida la península Ibérica. Reni recibió el apelativo de «divino» por su prodigioso talento para recrear lo sobrenatural. Tal capacidad nunca la tuvo por un don innato, sino como el fruto de su ingente esfuerzo en la búsqueda de la belleza, empeño en la que el dibujo y el colorido se unieron en una armónica simbiosis. Desde su Bolonia natal, la fama de Guido llegó a Roma, y de allí al resto de Italia, a buena parte de Europa y España.
Reni hizo su primer aprendizaje con Denys Calvaert (h. 1540-1619), maestro flamenco y epígono manierismo tardío. Calvaert le sometió a una exigente disciplina y extrajo un gran provecho del talento de su discípulo. Tras adquirir un pulcro dibujo y un colorido llamativo y sensual, Reni hizo suya la visión comercial del maestro, de tal manera que vendió con éxito pequeñas pinturas al óleo sobre cobre.
Su carrera, tras algunas desavenencias con Ludovico Carracci, estuvo inextricablemente unida a Roma. Se obstinó por emular el arte de Caravaggio, el artista más radical y rompedor en la ciudad. Tras conocer su pintura, cambió su propio estilo, intentando superar al maestro del tenebrismo.
Extraordinario intérprete de la vida y Pasión de Jesús, pintó a Cristo como poseedor de una gran belleza física, capaz de albergar un alma divina. Al mismo tiempo, ciertos temas evangélicos, como los protagonizados por la joven figura del Bautista, le permitieron experimentar sobre un momento esencial de la condición humana, el de la transición del cuerpo adolescente al adulto.
En Roma, estudió algunos de los más destacados referentes artísticos que representaban una visión grandiosa y monumental de la anatomía humana, como el célebre Torso del Belvedere y, de forma muy especial, los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. Así, Reni afrontó con maestría la realización de pinturas de temática mitológica, que partían de una interpretación del cuerpo masculino que rozaban lo sobrenatural.
Reni recibió dos importantes encargos destinados a la Corona española: el 'Rapto de Helena' y una 'Inmaculada', obra con la hubo de enfrentarse a la controvertida cuestión de la Concepción Inmaculada de María, defendida fervientemente por la Monarquía Hispánica pero condenada por la orden dominica.
Abordó la representación de cuerpos masculinos y femeninos desnudos, casi siempre en el marco de relatos de la mitología clásica. Su concepción de la belleza del cuerpo desnudo puede apreciarse en obras como 'Hipómenes y Atalanta', donde las espléndidas anatomías de los jóvenes se presentan en un instante de sensual interacción. Curiosamente, Reni creó estas obras a pesar de su renuncia a las relaciones sexuales. Aunque ese rasgo pueda ser interpretado desde la mentalidad contemporánea como un síntoma de homosexualidad reprimida, en su tiempo fue considerado como un ser de estirpe angelical.
En los últimos años de su vida, el arte de Reni experimentó un cambio tan radical que hasta sus más fervorosos seguidores tuvieron dificultades para entenderlo. Desde una búsqueda del esencialismo en el lenguaje pictórico, sus formas se deshicieron, de modo que desaparecía el dibujo y se difuminaban los contornos. Al mismo tiempo, su brillante y variado colorido se apagó y redujo drásticamente, adaptándose a un concepto cercano a la grisalla.
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