El arte que une a un pequeño pueblo

Nada más llegar a Camprovín por la carretera, el primero de ellos da la bienvenida a un pueblo que destaca por su capacidad de innovación artística. Se trata de un bosque que el artista madrileño Rafael Pérez ha ubicado en la fachada de un pabellón agrícola –en las imágenes, arriba a la izquierda–. «Representa los árboles en temporada otoñal, con hojas en el suelo y tonos ocres», explica Pérez. A diferencia de otras obras, más metafóricas, este mural naturalista cumple únicamente una función estética.

«La idea que tengo es que, cada vez que alguien llegue a Camprovín, lo primero que vea sea este bosque que se funde con las montañas de fondo», añade el madrileño. Para la técnica, está usando pintura plástica. «Le estoy dando caña por las mañanas, ya que por la tarde pega mucho el sol y no se puede estar», sentencia.

Si ese mural es el más visible, hay otros escondidos en sitios más recónditos. Es el caso del que están materializando Ana y Paula, también madrileñas, que forman la pareja artística 'Dos Monos Rojos'. Ellas están plasmando en su obra de la travesía Canal -arriba a la derecha- una línea del tiempo, que simboliza el paso de la infancia, a la vida adulta, a finalmente la vejez.

«Es un gran mural que nace de nuestra experiencia en talleres con niños y gente mayor, allí nos dimos cuenta de que la caligrafía y forma de dibujar que tienen los más pequeños es similar a la de los mayores», afirma el dúo. Con esos mimbres, están coloreando una pared que, a su izquierda, contiene un garabato, en el centro un abejaruco y a la derecha vuelve al garabato.

Estas jóvenes, de 26 y 24 años, tienen en 'Camprovinarte' la oportunidad perfecta de demostrar su valía, pues es la primera vez que participan en un festival. «Si triunfamos, recordaremos en el futuro a Camprovín como el sitio que nos dio la alternativa», apostillan 'Dos Monos Rojos'.

Siguiendo el recorrido artístico, cerca de ellas, en la calle Arroyo, trabaja subido a una plataforma elevadora el sevillano Alberto Montes. Su mural, que está siendo pintado en la fachada de la bodega de un camprovinés, remite al paisaje local. «He investigado acerca de la flora y el paisaje de esta localidad para hacer una especie de collage abstracto», detalla Montes.

Él trabaja con un boceto en la mano –fotograma inferior derecho–, que ha modificado digitalmente para componer formas geométricas curiosas. «Estoy tirando de pincel y dándole detalle para que los visitantes se queden observándolo y no pasen de él a la primera, así genera un debate en torno a qué significa cada cosa», apunta el andaluz. Y, ciertamente, mientras él pintaba, muchos vecinos se quedaban observando, a pesar de no estar la obra todavía concluida.

Para finalizar, la última propuesta artística de esta octava edición de 'Camprovinarte' llega de la mano del riojano Jorge Ochagavía. Procedente de Alcanadre, aunque afincado en Barcelona, él ha apostado por decorar cuatro cubos de madera que pronto ensamblará para formar un tótem -en las fotos, abajo a la izquierda-. «Aún no sé donde lo voy a colocar, pero tiene que ser en un sitio visible», manifiesta el alcanadrés.

«La verdad que yo también quería hacer un mural, pero se acabaron las paredes», comenta entre risas. Por ese motivo, Ochagavía ha optado por simbolizar la fauna del lugar en su tótem. «Cada cara de los cubos, un total de 16, contiene una imagen simplificada de animales de la zona; como el cernícalo, el carbonero, el jabalí o el sapo corredor», puntualiza este riojano.

El sábado y el domingo, los cinco artistas de esta edición realizarán un recorrido guiado por sus obras con el fin de que el público pueda apreciarlas una vez estén terminadas y le den más valor a este pueblo con mucho arte.

El madrileño Rafael Pérez Gámez debuta como uno de los artistas de 'Camprovinarte' a la primera. «Me enteré por redes sociales de la convocatoria, opté, y me eligieron, estoy muy contento», cuenta él. Este artista tiene predilección por los murales naturalistas, con trabajos previos como transformar las grises paredes de Las Rozas en bosques simulados. «Me gusta dibujar árboles y paisajes, es algo que considero muy estético y le otorga un valor añadido al sitio donde se ubican», puntualiza. En ese sentido, ha elegido un pabellón agrícola en la entrada del pueblo para emplazar su extensa obra.

El alcanadrés Jorge Ochagavía se esmera en finalizar la obra más peculiar de esta edición de 'Camprovinarte'. Se trata de un tótem compuesto por cuatro cubos de madera que, en cada una de sus 16 caras, tiene la imagen de un animal local. «Una vez ensamblado, la idea es dejar una huella impactante en este pueblo, del que tanto había oído hablar, pero al que nunca había venido», dice Ochagavía. A pesar de tener Logroño cerca, Jorge se está quedando a dormir en Camprovín. «Los voluntarios con los que convivimos en la casa rural me ayudan e inspiran», concluye.

Las madrileñas Ana y Paula, de 26 y 24 años, forman la pareja 'Dos Monos Rojos', que debuta en un festival artístico. «Nos enteramos por Instagram, solicitamos formar parte y nos cogieron; estamos muy felices porque, además, aquí nos tratan de maravilla», explican ambas. A través de un panorámico mural, están retratando el paso del tiempo mediante la caligrafía y nuestra capacidad para dibujar según nos hacemos mayores. «La inspiración es los talleres que hemos realizado con niños y personas ancianas», relatan 'Dos Monos Rojos'. Su metáfora seguro que causará impacto instantáneo.

El andaluz Alberto Montes ha escogido como motivo de su obra la naturaleza del entorno de Camprovín. «He investigado los tonos del paisaje y realizado un collage digital que ahora estoy llevando a la pared de esta bodega», cuenta in situ. Montes llevaba tiempo queriendo participar en el festival, de hecho, era la segunda vez que se presentaba. «Hace años que un amigo mío me habló de esto y decidí que quería estar aquí, si no era a la primera, que fuera a la segunda», manifiesta este sevillano. «El ambiente que hay en el pueblo es espectacular, yo pocas veces había visto algo igual», sentencia.