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La Biblioteca Nacional de España (BNE) anunció el pasado viernes que la obra del escritor riojano Armando Buscarini ha pasado ya a ser de dominio público. Buscarini nació en Ezcaray en 1904 como Armando Antonio García Barrios y, después de vivir desde niño en Madrid y ser ingresado en el hospital psiquiátrico de Valladolid, murió en el manicomio de Logroño en 1940. Los derechos de explotación de la obra de un autor permanecen vigentes 70 años después de su muerte, según informa la propia BNE, y 80 en el caso de los fallecidos antes de 1987.
El paso de la obra literaria de Buscarini a dominio público se tuvo que dar en el 80 aniversario de su muerte, que fue el 9 de junio de 2020, pero la BNE lo ha dado a conocer en el 117 aniversario de su nacimiento, el pasado 16 de julio. No obstante, Buscarini, al igual que su madre, fue hijo único y no tuvo descendencia, por lo que no constan herederos ni familia cercana, solo lejana.
La vida del poeta maldito y bohemio fue una auténtica carrera de obstáculos. Su madre, la bilbaína Asunción García Barrios, trabajaba en una importante casa de Ezcaray. Embarazada sin que el padre reconociera al niño, muy pronto la madre se llevó al hijo bastardo a Madrid a fin de intentar una vida mejor. Allí Armando abandonó temprano los estudios y se dedicó en cuerpo y alma a la literatura, debutando en 1918, a los 14 años, con la publicación de la obra perdida 'Emocionantísimas aventuras de Calck-Zettin (El emperador de los detectives)'.
A los 20 años, y con una veintena de libros ya editados, Buscarini publicó 'Mis memorias'. Ya entonces esgrimía eslóganes para la venta a mano como «¡Hay que ayudar al poeta!» y técnicas comerciales como «Un libro, ¿caballero? Son tres perras gordas, y cinco con dedicatoria», de modo que cuando le compraban, a menudo sin autógrafo, lo acababa regalando. Tanto es así que llegó a inscribir en sus libros la siguiente leyenda: «Se considerará fraudulento todo ejemplar que no lleve la firma de su autor, de su puño y letra». Y de otro pillo literario, Pedro Luis de Gálvez, Buscarini tomó la que tal vez es su sentencia más reveladora y sincera: «Mi corazón dice que te dé el libro de balde, mi cerebro que lo pagues».
Autor de una cuarentena de obras de poesía, narrativa, teatro y testimoniales, Buscarini acabó sus días en los hospitales psiquiátricos de Madrid, Valladolid y Logroño, donde murió en 1940 a causa de una tuberculosis pulmonar, después de haber padecido sífilis, y de ser diagnosticado como enfermo de esquizofrenia paranoide. Hasta en la muerte tuvo mala suerte Buscarini, pues al desaparecer de la vida literaria madrileña y quedar recluido en los manicomios, tan célebre era que se le dio por muerto. El 'Heraldo de Madrid' publicó en portada la noticia titulada «Muere loco el poeta Armando Buscarini, popular en nuestro Madrid, donde vivió una dura y desgarrada bohemia» y firmada por César González Ruano. Después, por supuesto, hubo rectificación.
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Lo peor es que realmente murió un domingo, años después, y como los lunes entonces no había prensa, su verdadero fallecimiento ni siquiera se publicó como noticia. La vida y obra del escritor riojano cayó en el olvido hasta que en 1996 Juan Manuel de Prada ganó el Premio Café Bretón de Logroño con la obra 'Armando Buscarini o el arte de pasar hambre'. Fue entonces cuando se dio a conocer, como una resurrección, a Buscarini. La editorial AMG, con ayuda del Ayuntamiento de Ezcaray, reeditó 'Mis memorias' y Prada coordinó la edición de 'Cancionero del arroyo' para el Gobierno de La Rioja. Posteriormente sus obras han sido recuperadas en los volúmenes 'Orgullo', 'El rufián', 'Cartas vivas' y 'Epístolas líricas'.
En 2004, con motivo del centenario del nacimiento de Buscarini, se intensificaron los homenajes: el IER apoyó su investigación, la UR le dedicó jornadas académicas, el Consistorio ezcarayense nombró una calle en su recuerdo y colocó una placa conmemorativa en la casa natal, la banda municipal le dedicó un pasodoble y hasta una fábrica de butacas de la localidad bautizó un modelo con su pseudónimo.
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Lucas Irigoyen y Gonzalo de las Heras (gráficos)
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