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Este lunes es el cumpleaños de Micaela Pérez, nacida en Logroño el 10 de mayo de 1955. Este lunes es también el día de su ... jubilación, 34 años después de llegar al Archivo Histórico Provincial de La Rioja, que ha dirigido los últimos veintisiete. Y este lunes también ha recibido el anuncio del Galardón de las Artes y la Cultura de La Rioja. Pero ella, en lugar de quedarse para sí sola un regalo tan extraordinario, prefiere compartirlo con sus colegas.
«El Archivo -dice a este diario- representa el amor al pasado y a las personas que nos han precedido y han dejado testimonio por escrito». Por ese mismo amor hacia su profesión y por su arraigada vocación de servicio público, Micaela Pérez considera el Galardón no como un premio propio, sino como un reconocimiento a todos los archiveros y a los propios archivos, «un depósito de memoria y espejo de la sociedad mejor que nada».
De niña vivió en Zaragoza con su familia. Estudió Filosofía y Letras en la especialidad de Historia del Arte porque quería dedicarse a la conservación del patrimonio histórico. Y, tras conseguir una plaza como funcionaria en el Archivo, volvió a su ciudad natal. Con un carácter discreto que despliega enorme humanidad, siempre ha sido una apasionada de su profesión y, como ha dicho en alguna ocasión, se considera a sí misma «una servidora de la Administración Pública, de la ciudadanía y de las personas historiadoras». En estos años no ha dejado de defender la importancia de la catalogación de fondos históricos y de preservar el buen estado del edificio que los alberga.
«El Archivo pude servir a un ciudadano de a pie que un día necesita un expediente personal, pero también sirve al historiador para recuperar cómo es una sociedad en un momento dado, qué valores tiene, y además la sociedad llana, la normal, la de Logroño, la que va por la calle, la que no aparece normalmente en los libros de Historia».
En su caso, el Galardón de las Artes y la Cultura de La Rioja reconoce el trabajo callado y constante bien hecho y, seguramente hecho también con amor al trabajo. «En mí ha primado siempre el servicio -lo resume ella-. Los archivos somos servicio y nada más que servicio al ciudadano».
Y pese a su modestia, Micaela es ya historia viva de esta tierra.
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