Apocalypse again
CUATRO LETRAS ·
JONÁS SAINZ
Domingo, 27 de febrero 2022, 01:00
Secciones
Servicios
Destacamos
CUATRO LETRAS ·
JONÁS SAINZ
Domingo, 27 de febrero 2022, 01:00
Otra vez la guerra con su funesto ritual de la muerte. Otra vez la guerra con su demente desfile de infierno. Otra vez la maldita guerra.
¿Cómo hemos podido olvidarlo? En 1939, poco después de que España acabase hecha trizas por su guerra civil, ... la primera e infructuosa guerra contra el fascismo, y solo dos décadas después de la primera gran guerra de dimensión global, Europa, el mundo entero, volvía a alzarse en armas. Y no sería una guerra cualquiera, sino la mayor y más cruenta de la historia hasta entonces. La que evidenció, además, extremos de crueldad y destrucción indiscriminada inimaginables y que serían en adelante y para siempre motivo de vergüenza del género humano: no solo los horrores de la guerra llevados a sus más terribles consecuencias en batallas como Stalingrado o Leningrado, sino también la auténtica monstruosidad que fueron el holocausto judío y los campos de exterminio nazis y la atrocidad de los bombardeos nucleares americanos sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, sin olvidar la genocida represión estalinista. Como nunca antes, la población civil sufrió en carne propia el ensañamiento del 'enemigo' durante una contienda que la propaganda y especialmente el cine contribuyeron a popularizar como escenario de acciones patrióticas, nobles y valerosas, pero que, ajena a cualquier consideración de honorabilidad, más pareció el brutal ensayo del Apocalipsis dirigido por su jinete más sanguinario.
¿Hay que recordar la lección que parecemos condenados a repetir? Te ahorraré el repaso pero no el resultado: se calcula que unos sesenta millones de personas (el dos por ciento de la población mundial de la época), en su mayor parte civiles, murieron como consecuencia de una guerra que tuvo también graves consecuencias territoriales, económicas y políticas. El mundo ya no volvería ser el mismo después de semejante infierno.
¿O sí? ¿Vuelve hoy el mundo a estar tan desquiciado? ¿Vuelve a ponerse el cañón en la sien, ahora en Ucrania? ¿Vuelve a asomarse a un abismo empujado por Rusia? Cunde la incredulidad ante la temeraria megalomanía del neoimperialista Putin y la dubitativa inacción de Europa y Estados Unidos. En este 'teatro de la guerra', la fuerza vuelve a tomar ventaja sobre la razón, se pisotean los derechos humanos, se desestabiliza la convivencia internacional y el régimen totalitario de Moscú deja en evidencia a las imperfectas democracias occidentales, ya laminadas por el resurgir de la extrema derecha populista y desacostumbradas a ver fuego real en suelo europeo. La diplomacia, de veras tan necesaria, se ha perdido en fútiles amenazas de sanciones económicas, el único lenguaje que parece conocer la mercantilista Europa.
Así, la amenaza de una tercera guerra mundial, que parecía ya un fantasma del pasado, regresa como un horror muy posible. Y aunque no debemos olvidar que la maquinaria bélica nunca ha dejado de ejercitarse en los rincones del planeta, ahora, ochenta años después de aquella otra locura, el mundo vuelve a estar al borde del precipicio con una potencia tan destructiva que podría ser cien veces definitiva. Botón rojo y todo se acabó. Pero usted tema, no es nada personal.
¿Qué haremos mientras tanto los ciudadanos, convertidos en espectadores de nuestra propia ruleta rusa? ¿Quizás terminar el trabajo de los viernes, recoger a los niños del colegio, comer viendo sin interés el telediario, salir al campo con el perro, sacar entradas para un concierto, comprar el pan, tomar vermú y hacer paella, echar la siesta, ver el fútbol, hacer el amor sin pensar que acaso sea la última vez y el lunes volver sin más a la oficina...? Quizás sí, y todo eso está bien. Pero en la portada del periódico, una foto con decenas de ucranianos refugiados de los bombardeos en una estación de metro de Kharkiv nos advierte de que esa gente indefensa mañana podemos ser nosotros.
Yo hoy pensaba haberte escrito que volví a Colliure por el aniversario de la muerte de Machado, que vi limoneros como el del huerto claro de su infancia adornar el lecho donde yace el poeta, que busqué en la mar su estela clara y que el exilio republicano español y la retirada del 39 están allí simbolizados como una rama verdecida y cierto aire de esperanza... Pero otra guerra y otra retirada y otra pesadilla me lo hacen imposible. Con suerte, te lo cuento la semana próxima. Por esta vez deja que vuelva a maldecir las guerras y a los canallas que las hacen.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.