Aparecen muros medievales durante unas obras en una calle de Toledo

Según la concejala de Obras del ayuntamiento toledano, Noelia de la Cruz, los arqueólogos «están valorando el hallazgo con el objeto de determinar el alcance de estos restos y las actuaciones necesarias para proteger este patrimonio».

La hipótesis de que estos restos pertenezcan a una sinagoga cobra peso pues se han encontrado a pocos metros del monasterio de San Juan de los Reyes, templo que mandaron construir los Reyes Católicos para conmemorar su victoria en la batalla de Toro (1476) frente a las tropas de Alfonso V de Portugal en la guerra de sucesión castellana, lo que aseguraba la Corona de Castilla en manos de Isabel la Católica. El monasterio se edificó sobre una sinagoga destruida como símbolo de la victoria del cristianismo sobre el judaísmo con la intención de que los Reyes Católicos fueran enterrados en su interior. Sin embargo, los restos mortales de Isabel I de Castilla y de Fernando V de Aragón acabaron en la Capilla Real de Granada por deseo de su nieto, el emperador Carlos.

No obstante, lo encontrado podría pertenecer a la iglesia de San Martín, que también se encontraba en esta zona y cuyas ruinas fueron demolidas en el siglo XIX.

Las mismas obras de mejora del firme en esta vía de Toledo -calle Reyes Católicos- donde han aparecido estos restos dejaron al descubierto hace meses otro hallazgo: un pozo judío de nueve metros de profundidad y un diámetro de seis meses. Un pozo público para abastecer a los vecinos de la Judería cuyo brocal se trasladó después a la calle Pozo Amargo donde hoy puede verse.

Un pozo con leyenda: Fernando y Raquel, dos jóvenes enamorados, él cristiano y ella judía, que mantenían un romance prohibido. El padre de ella los descubrió y asesinó al joven. Raquel acudía después cada noche al pozo donde solían tener sus encuentros para recordarlo y allí vertía amargas lágrimas. Así un día tras otro hasta que una noche vio reflejado el rostro de Fernando en el agua y se arrojó al fondo. Según la tradición, sus aguas se volvieron amargas por los llantos de la joven. En realidad, el agua de la mayor parte de los pozos del casco histórico de Toledo tiene un sabor amargo porque simplemente es salobre.