Antisistema

La mejor y más potente artillería sarcástica que es capaz de muñir Trier la pone en imágenes para construir, en sus indagaciones sobre la riqueza del lenguaje visual, un argumento atrevido y penetrante. Solo una mente tan pagada de sí mismo y con una confianza plena en su experimentación, como la que posee el autor de 'Bailando en la oscuridad', es capaz de concebir semejante patraña en forma de alegato y que su idea funcione de manera inteligente.

En el transcurso de los últimos 125 años el cine ha experimentado avances progresivos y saltos enormes. A finales de los 90, dos iluminados daneses, Lars von Trier y Thomas Vinterberg, concibieron un movimiento, Dogma 95, conformado por un decálogo de pautas afín a una castidad técnico/artística que pusieron en marcha produciendo un puñado de largometrajes de fuerza variable.

Von Trier acababa de recibir todo tipo de sulfurosos elogios, con razón, en el festival de Cannes gracias a su maravillosa 'Rompiendo las olas'. En esta, la puesta en escena dejaba ver una forma y un estilo disruptivo pero sujeto al registro del melodrama. Su siguiente muesca, dentro de los parámetros del Dogma, es 'Los idiotas', una barrabasada que promueve la transgresión.

Humor, realidad o ficción, dispositivo de falso documental, una pieza encaminada a reaccionar frente al sistema. La disconformidad tiene guasa.