El amor de una madre
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IGLESIA ·
Con el recuerdo de Gianna Beretta quiero rendir un sencillo y sincero homenaje a todas las madresEl pasado 8 de marzo, 'Día de la mujer', escribí en esta página una sencilla semblanza de dos mujeres que han hecho por la mujer mucho más –¿qué digo? muchísimo más– que lo que hacen las vocingleras de turno en sus manifestaciones callejeras. Paula Montal, ... fundadora de las Escolapias, hizo por la educación, la escolarización y la formación de las niñas y las jóvenes lo que no está escrito. Hoy son miles las niñas de todo el mundo que se aprovechan de esta iniciativa, al estilo impuesto en la enseñanza infantil por el aragonés san José de Calasanz.
La otra mujer fue Vicenta María López de Vicuña, navarrica de Cascante. Volcó toda su vida en hacer efectivos los derechos de las chicas que se trasladaban a las ciudades a trabajar en el llamado entonces servicio doméstico. Hoy las religiosas de María Inmaculada están presentes en 21 países con 123 comunidades que abren las puertas a jóvenes del mundo entero para ofrecerles acogida, orientación y servicio. Así honré el 'Día de la mujer'.
Pero es que no mucho tiempo antes también mostré mi admiración y simpatía por otra mujer, en este caso no religiosa de vida consagrada sino laica, doctora en Química por la Universidad Central de Madrid, que por los años cuarenta conoció el Opus Dei y pidió la admisión en lo que hoy es Prelatura Personal.
Allá por los años cincuenta marchó a Méjico, dejando aquí en España unas posibilidades profesionales muy halagüeñas de docencia en la Universidad y dedicó lo mejor de su vida a la ayuda y promoción de las mujeres más sencillas y pobres, creando granjas-escuela, centros de enseñanza primaria y secundaria para las niñas, talleres de confección, colegios de alfabetización y hasta una escuela de hostelería.
El papa Francisco la llamó «la santa de la puerta de al lado».
El pasado 2 de mayo, 'Día de la madre', yo quería haber escrito sobre una madre muy especial. No lo hice entonces porque me urgía hablar del testamento vital. Lo hago hoy.
La mujer a la que me refiero era italiana y de nombre Gianna Beretta. Médica pediatra y cirujana, casada con un ingeniero, Pietro Molla. Hacían una pareja espléndida por el cariño que se tenían y por el amor a la vida que ambos compartían. Su fe en Dios y en la Iglesia era para ellos un motivo de inmensa alegría. Vivían con gran naturalidad su misa diaria, su oración diaria y su preocupación y ayuda por las madres necesitadas.
Petro y Gianna amaban el deporte, la buena lectura y la buena música, así que cuando disponían de unos ahorrillos se iban a seguir algún concierto a la Escala de Milán. Tuvieron tres hijos, a los que educaron en un clima de libertad y responsabilidad.
Pero llegó un momento decisivo en sus vidas. Siendo pequeños los tres hijos, Gianna quedó embarazada del cuarto. Con dos meses de embarazo le diagnostican un cáncer de útero.
No olvidemos que ella era médico, cirujana y pediatra, y sabía muy bien de qué iba la cosa. La operación era de una necesidad urgente, y peligrosa. Pidió expresamente al médico que la iba a operar que el tumor le fuera extraído sin dañar la vida de la criatura que tenía en su vientre. Dijo textualmente: «Si hay que decidir entre mi vida y la del niño, no duden, elegid la suya. Salvadlo, lo exijo».
Estaba dispuesta a hacer el mayor sacrificio por un hijo, dar su propia vida.
Nació la criatura, que era una niña, y su madre, después de una semana de dolores atroces, murió. Tenía 39 años.
Pasado no mucho tiempo, en 2004, en una Plaza de San Pedro abarrotada de gente, fue canonizada por Juan Pablo II. Curiosamente hay que destacar que allí estaban presentes el marido de Gianna y la hija, también de nombre Gianna, como su madre. La chica entregó al papa una reliquia de su madre ante la emoción contenida de los millares de personas que asistieron a la ceremonia.
Con el recuerdo de esta mujer y madre estupenda llamada Gianna Beretta quiero rendir un sencillo y sincero homenaje a todas las madres. Todas dan lo mejor de sí mismas y todas merecen nuestra admiración y cariño. ¿De acuerdo?
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