La escritora y aristócrata Almudena de Arteaga R.C.

Almudena de Arteaga novela las mil vidas de la condesa de Gálvez

Criolla de nacimiento y española de adopción, fue virreina de la Nueva España y víctima de un injusto destierro de la corte de Madrid por afrancesada

Lunes, 9 de mayo 2022, 17:09

«La historia ha sido injusta con ella, una mujer fascinante que vivió mil vidas en una». Así se refiere Almudena de Arteaga (Madrid, 56 años) a Felicitas de Saint-Maxent (1758-1799), condesa de Gálvez, virreina de la Nueva España y protagonista de su ... nueva novela, 'La virreina criolla' (Harper Collins).

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Como hiciera antes con la princesa de Éboli, con la Beltraneja o con Isabel de Zendal, la escritora y aristócrata rescata del olvido a una dama «que vivió a caballo entre el antiguo y el nuevo régimen». «Fue un personaje fascinante, una mujer cultivada, capaz de vivir en un palacio y en una cabaña», dice De Arteaga de esta «criolla de nacimiento y española de adopción» cuya vida «englobaba la de otras muchas de sus contemporáneas».

«Es una gran desconocida que vivió acontecimientos cruciales en la historia del mundo de finales del siglo XVIII», destaca la escritora de esta hija de emigrantes franceses, «madre y viuda muy joven, cultivada, intelectual y víctima de un injusto destierro». Con su segundo marido, Bernardo de Gálvez, «colaboró en la independencia de Estados Unidos y en la reconquista de la Florida. Llevó luego la corona del virreinato de la Nueva España y sufrió, de vuelta a Europa, las consecuencias de la Revolución Francesa por su defensa de una incipiente ilustración». «Tan agraciada como inteligente, promovió la cultura y las bellas artes a lo largo de toda su vida y eligió ser española», celebra de Arteaga.

Hija del colono francés más poderoso de Nueva Orleans, vivió en la prosperidad familiar entre las espléndidas mansiones y palacetes que su padre adquirió comerciando con esclavos, pieles, armas y toda suerte de mercancías que surcaban el río Misisipi.

Viuda con 19 años de Jean-Baptiste-Honoré Destrehan y con una hija a su cargo, cuando la Luisiana pasó de la corona francesa a la española en 1763, su vida cambió drásticamente. En 1777 Felicitas contrajo segundas nupcias con Bernardo de Gálvez, el poderoso gobernador español del territorio, figura clave en la independencia de Estados Unidos y futuro virrey de Nueva España con quien tuvo dos hijas y un hijo. «Felicitas fue testigo de la ayuda que España brindó a la independencia de Estados Unidos, de la toma por parte de su marido de La Mobila –hoy Mobile, Alabama– y Pensacola, en la costa de la Florida, o de los abordajes y asesinatos a los que los piratas del Caribe sometían a los barcos españoles y a sus tripulaciones, sin duda los más asediados entonces», destaca la escritora.

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Viuda de nuevo, Felcitas cumplió la promesa que le hizo a Gálvez en su lecho de muerte y se trasladó a España con sus hijos, «que serían también españoles pudiendo ser franceses o estadounidenses». «En vez de acomodarse, ella hizo el tornaviaje, a la inversa del que tantas europeas hacían en busca de una vida mejor en América. Defendió el patrimonio de sus hijos, que quería arrebatarle la familia de Gálvez, y los educó en un Madrid ilustrado en el que fue anfitriona de grandes literatos, científicos y políticos». Trató a Humboldt, a Malaspina y a Balmis, los grandes exploradores de su tiempo. Pero también a políticos e intelectuales como su gran amigo Cabarrús, además de Aranda, Jovellanos, Moratín, Sabatini o las condesas de Montijo y Gausa.

En su casa madrileña se hablaba francés y se recibían publicaciones del país vecino. Tachada de afrancesada, fue desterrada de la corte. Pasó por Valladolid y Zaragoza. Negó en sus cartas las acusaciones de difundir las ideas revolucionarias, defendiendo sus tertulias como reuniones sin contenido político. Absuelta en 1793, murió cinco años más tarde en Aranjuez, donde pasó sus últimos años. Sus restos descansan en Ontígola, un pueblo cercano al Real Sitio.

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Padre fundador de EEUU

Los escritos del profesor Eric Berman dieron a De Arteaga «muchas pistas» para indagar en el rastro de su virreina criolla, de la que halló referencias en el Archivo de Indias de Sevilla revisando la historia «bien conocida» de su segundo marido, ciudadano de honor de Estados Unidos e incluido entre los padres fundadores. Mezclando realidad y ficción, la escritora pasea al lector con su personaje por las callejas de una encantadora y opulenta Habana dieciochesca, la Perla del Caribe que gobernó Gálvez en su momento más glorioso, o por el México «en el que dejó su impronta desde el primer día en que llega al virreinato de la Nueva España».

No cree la autora que su virreina fuera una feminista 'avant la lettre' «Es obvio que Felicitas se involucró de forma muy activa en lides que solían estar reservadas a los hombres, pero hablar de feminismo en el siglo XVIII sería un anacronismo de los que intento evitar al escribir novela histórica».

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Vigésima duquesa del Infantado, licenciada en Derecho y diplomada en Genealogía, Heráldica y Nobiliaria, Almudena de Arteaga es autora de una veintena de novelas en su mayoría históricas. 'La princesa de Éboli' fue su primera y exitosa incursión en el género y le permitió abandonar la abogacía para dedicarse en exclusiva a la literatura. Con 'María de Molina, tres coronas medievales' ganó en 2004 el premio Alfonso X el Sabio 2004 de novela histórica. En 2012 se hacía con el Azorín de novela por 'Capricho', un recorrido histórico con intriga por el Madrid del siglo XIX.

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