«Si alguien hace una película con mis novelas, intento molestar lo menos posible»

– ¿Ha visto 'Las leyes de la frontera'?

– Sí, claro.

– Cuando una novela suya se adapta al cine, ¿siente de algún modo que le han robado un hijo o es capaz de despegarse de su criatura y observarla desde la distancia?

– No entiendo a esos novelistas (y en España tenemos a algunos muy ilustres) que se dedican a decir que sus novelas son mejores que las películas que se han basado en ellas. Que eso lo diga la abuela del novelista lo comprendo, pero que lo diga el novelista... Yo intento conservar un cierto sentido del ridículo y cuando oigo estas cosas me dan vergüenza ajena. Cuando alguien hace una película con mis novelas yo intento molestar lo menos posible. El problema es que se nos olvidan las cosas más fundamentales: una novela es una novela y una película es una película. Quien no entiende esto no entiende ni las novelas ni las películas. Hay un personaje de 'Terra Alta' que dice una de las pocas verdades absolutas que yo conozco: la mitad de una novela la pone el autor, la otra mitad la pone el lector. Una novela es una partitura. Es el lector el que la interpreta y cada lector la interpreta a su manera. El verdadero protagonista de la literatura es el lector, que es quien acaba las novelas. Cuando tú das una novela a un director para que haga una película, les ofreces una partitura para que ellos la interpreten, y además en otro lenguaje completamente distinto. Yo no tengo el más mínimo sentido de propiedad sobre mis libros. En cuanto acabo un libro, el libro pasa a ser del lector. Lo mejor que le puede pasar a un libro es que el lector lo haga suyo. Y cuando digo lector, digo director de cine, dramaturgo, autor de cómic...