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JUAN CARLOS BARRENA
BERLÍN
Sábado, 17 de diciembre 2022, 19:05
En Mengen, una pequeña localidad alemana en el sureño estado federado de Baden-Württemberg, a pocos kilómetros del lago de Constanza, hay que dar a los pedales para que se ilumine el gran árbol de Navidad levantado por la municipalidad en una céntrica plaza. Ante la política de ahorro energético como consecuencia de la guerra en Ucrania, alcalde y ediles decidieron aportar su pequeño granito de arena al esfuerzo común y acordaron situar en las cercanías del árbol una pequeña carpa con dos bicicletas fijas, donde, al dar pedales, se genera la electricidad necesaria para su iluminación. Cualquiera de los 10.000 habitantes de Mengen puede hacer su aportación. El club local de atletismo envía a diario a sus deportistas a calentar sobre la bicicleta y de paso iluminar el tiempo de Adviento con energía muscular.
El árbol de Navidad con luces a pedales no es el único ahorro energético de la pequeña ciudad. El ayuntamiento ha decidido este año prescindir de la habitual iluminación festiva su calle principal, lo que reduce el consumo y representa además un ahorro económico. La corporación justificó la medida diciendo que, aunque el gasto es relativamente bajo por el uso de lámparas LED y no suma más de 600 euros durante el periodo pre y navideño, el montaje y desmontaje de todas las estructuras eléctricas estaba presupuestado en más de 8.000 euros, un dinero que se podrá dedicar a proyectos más urgentes. Mengen es, sin embargo, la excepción en el país cuna de los mercadillos de navidad. El más antiguo registro en Alemania se remonta a 1310, cuando tuvo lugar un mercado de Adviento por San Nicolás en la ciudad de Múnich.
Navidad y ahorro energético son términos que no casan juntos. Y más aún después de casi tres años de pandemia, que obligó a renunciar las dos últimas navidades a los tradicionales mercadillos. Los alemanes han recuperado felices sus paseos entre puestos de artesanía, adornos navideños, salchichas y otras delicias a la brasa, almendras garrapiñadas, manzanas con caramelo y vino especiado caliente para matar el frío en plazas exageradamente iluminadas y ante enormes árboles navideños.
Pero el ahorro energético es el precepto del momento. Los costes de la electricidad no solo se han disparado para los hogares, sino también para los ayuntamientos, obligados a recortar el consumo si no quieren ver sus presupuestos desbordados. Eso sí, ninguna localidad se ha atrevido a renunciar a su mercadillo de Navidad, según un sondeo realizado por el semanario Stern. La tónica general en todo el país es reducir o prescindir de la iluminación callejera.
Como en el caso de Stuttgart, donde las autoridades locales han tomado medidas concretas. «Prescindimos de la iluminación en el ayuntamiento y del tradicional calendario de Adviento en las ventanas de su fachada», explica Sven Matis, portavoz municipal. Además han reducido el tiempo que están encendidas las luces de los distintos árboles navideños del centro urbano. Matis pone por ejemplo la Schlossplatz, donde el tiempo en el que la iluminación está encendida bajará de las 450 horas habituales a solo 240 horas.
Los mercadillos navideños en toda Alemania llevan años tratando de ahorrar energía y son ya muy pocos los que no se han pasado a la tecnología LED. En Dortmund se ha conseguido así reducir el consumo de 998.000 kilovatios hora a 655.000 kilovatios hora. «Miramos con lupa que fuente luminosa es realmente necesaria», señala un portavoz de la organización de su mercado navideño central.
En Colonia se han alcanzado cotas de ahorro inusuales. Según su ayuntamiento, los cuatro millones de visitantes del mercado navideño al pie de su histórica catedral gasta de media 0,043 kilovatios hora, el 1% del consumo diario de electricidad de una persona. Entre las medidas adoptadas figura la de apagar toda la iluminación navideña durante la madrugada y no activarla hasta que caiga la noche.
Otros municipios como Rendsburg, en el septentrional estado de Schleswig-Holstein, prescinden de detalles costosos. Este año renuncian a su tradicional ferrocarril navideño porque su sistema de refrigeración devora electricidad. Un sacrificio que también hacen más al sur, en la ciudad de Offenbach, que calcula el consumo de su tren navideño en 13.000 kilovatios hora. Otras localidades como Bielefeld o Worms no montan este año pistas para patinaje sobre hielo al aire libre y en Bad Neuenahr han cambiado los patines de cuchilla por los de ruedas.
Hasta 3.000 mercadillos navideños se montan en Alemania para las semanas del Adviento. Se inauguran a finales de noviembre y se clausuran lo más tarde el día de Nochebuena. Las grandes ciudades suelen tener varios. En el caso de Berlín hay más de 30 mercadillos navideños repartidos por su centro histórico y los barrios. Destaca entre todos ellos el que se encuentra abierto en el Gendarmenmarkt, la histórica plaza que alberga el palacio de conciertos del clasicismo alemán construido por Karl Friedrich Schinkel a principios del siglo XIX y las gemelas catedrales alemana y francesa. Todo tipo de artesanos muestran en directo sus habilidades y ofrecen sus productos a los visitantes. A estos les esperan los tradicionales puestos de dulces, pero también salchichas y otras carnes a la brasa, sin olvidar los ponches y vinos calientes y especiados para combatir las bajas temperaturas.
De obligada visita prenavideña en Alemania es el Christkindlesmarkt, el mercadillo del niño Jesús en Nuremberg, al norte del sureño estado federado de Baviera. Es el de mayor tradición y las referencias escritas del mismo se remontan a 1530. Todos los años la plaza del mercado de la capital de la región de Franconia se convierte en un mar de casetas, también de las ciudades hermanadas en el extranjero, lo que le da cierto ambiente internacional. Típicos son los pepitos con tres salchichas pequeñas de la región y los Lebkuchen, dulces de jengibre bañados en chocolate.
Destaca por colorido y excéntrico el Winter Pride de Hamburgo, el mercadillo del orgullo LGBTQ en el barrio de San Jorge. En vez de la típica música navideña, DJs locales amenizan la fiesta, en la que también hay exhibiciones y espectáculos con 'drag queens'. Al contrario que la mayoría de los mercadillos, el Winter Pride se mantiene abierto a diario hasta el 30 de diciembre.
Recomendable visitar también en Dresde, la barroca capital de Sajonia, el Striezelmarkt, que recibe su nombre por el dulce navideño típico de la ciudad, el Striezel o Stollen, un pan dulce y denso con 50 partes de mantequilla por cada 100 de harina, horneado y lleno de uvas pasas, frutas escarchadas y almendras.
El Striezelmarkt se remonta a 1434, es el más antiguo en funcionamiento en Alemania y factura todos los años 50 millones de euros. No faltan las barracas y entre estas sobresale una histórica noria gigante. Atracciones de feria hay igualmente para demostrar habilidades y agallas en el Tollwood Winterfestival de Múnich, que se celebra en las praderas donde en otoño se concentra la Oktoberfest, la tradicional fiesta de la cerveza. Se trata también de un mercadillo navideño inusual, toda vez que reina el rock & roll y la música de Adviento que se escucha sigue esa línea. Lugar ideal para encontrar regalos inusuales con los que sorprender a familia y amigos.
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