«Con 'Albailda' he querido contar lo que ocurrió realmente en la batalla de Clavijo»
ANTONIO BUZARRA | ESCRITOR ·
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ANTONIO BUZARRA | ESCRITOR ·
El logroñés novela en su quinto libro el importante episodio de la Reconquista y aliña su investigación con una argamasa de ficciónAntonio Buzarra presentó el pasado mes de diciembre en Logroño su último libro, 'Albailda. La verdad sobre la batalla de Clavijo'. En él, novela el importante episodio de la Reconquista acaecido en el año 859 entre las tropas del rey de Asturias, Ordoño I, ... aliado con el rey de Pamplona, García Íñiguez, y las de Musa Ibn Musa, el wali de Abd al-Rahman II, con victoria del primero. Eso sí –insiste el autor–, sin la ayuda del apóstol Santiago, que, obviamente, no anduvo por allí. Sobre ello cuenta que fue una interesada invención del canónigo de Compostela Pedro Marcio, muy ulterior a la batalla, para encumbrar al santo como patrón de España y obtener, así, pingües beneficios de la Corona.
– ¿Qué le llevó a embarcarse en esta historia?
– Fuera del vino no se nos conoce a La Rioja. Incluso los riojanos desconocemos nuestra historia y nuestra tierra. Por ello, me propuse hacer algo. Había empezado a escribir una cosa sobre La Rioja y me topé con la historia de Clavijo. Me interesó aclarar este tema, qué ocurrió realmente y qué importancia tuvo la batalla, pero no lo que se inventó el canónigo Pedro Marcio para sacarle dinero a la Corona para Santiago de Compostela, sino la auténtica. Así surgió esta historia novelada.
– Afirma en su prólogo que esta es la verdadera historia de la batalla de Clavijo. ¿Cómo lo sabe?
– Mi fuente principal han sido las Crónicas Albeldenses que escribió Vigila y sus dos ayudantes, el primer libro que cuenta la historia. Es un compendio de la historia de España, desde la caída del Imperio Romano hasta aquel momento. En uno de sus capítulos viene muy claro que en el año 852 el rey Ordoño I peleó contra Musa ibn Musa por Albelda, siendo derrotado el primero, y que en el año 859, Ordoño I, con la ayuda del rey García Íñiguez, de Pamplona, vencieron al musulmán en donde se conoce como los 'Campos de la matanza'.
– En su historia, no se aparece Santiago en la batalla, ni tampoco pelea Ramiro I de Asturias. ¿Está usted derribando mitos?
– Yo no, ya están derribados por los historiadores serios. Fue una leyenda que se inventó el canónigo de Compostela Pedro Marcio tres siglos después para ascender a Santiago como patrón de España y obtener los favores económicos de la corona. Debería haberse aparecido San Millán, que en aquel entonces era el patrón de España. Sin embargo, en la batalla de Simancas, que es posterior, los cronistas sí que hacen aparecer a Santiago y a San Millán juntos. Por otra parte, Ramiro I no pudo participar en la batalla, porque estaba ya muerto.
– Sin la milagrosa ayuda del apóstol, ¿cómo vencieron las exiguas tropas cristianas al poderoso ejército sarraceno?
– En primer lugar, porque se aliaron el rey de Pamplona, García Íñiguez, con el rey de Asturias, Ordoño I, para combatir a Musa ibn Musa. Cuando fueron a atacar Albelda, Musa ibn Musa había salido con su ejército para hacer una aceifa (incursión) sobre las tierra del rey de Pamplona. Su hijo tampoco estaba. Albelda se había quedado con una guarnición no muy grande. En la novela he inventado la estrategia, pero lo cierto es que no atacaron la localidad -seguramente porque no quisieron sufrir bajas de cara a la batalla final-, sino que esperaron su regreso. Por ese motivo la batalla se celebra en el collado de Clavijo, en el 'Campo de la matanza', donde los moros fueron derrotados. Después atacaron y conquistaron Albelda.
– Su nuevo proyecto literario se titula 'Zapatos en el Danubio'. ¿Sobre qué trata?
– Está listo para editarse, pero con la situación actual lo voy a retrasar. Es una novela corta sobre el holocausto durante los últimos días de la guerra en Budapest, hasta que los soviéticos conquistan la ciudad en febrero de 1945. Hitler ordenó al jefe de Gobierno de Hungría que tenía que deshacerse de 450.000 judíos antes de que terminara la guerra. Como no sabía cómo matarlos, los bajaban por parejas al Danubio, los ataban, les quitaban los zapatos, pegaban un tiro a uno de ellos y los tiraban al río. Los de la SS encima se burlaban: «Con una bala hemos conseguido dos pares de zapatos y matado a dos judíos». Me enteré de esta historia en un viaje de placer que hice a Budapest junto a mi mujer. Entre el Parlamento y el puente de las cadenas hay reproducciones de zapatos en bronce, que es un monumento a todos aquellos judíos que fueron asesinados así.
– La montaña es su gran pasión. ¿Tiene pensado escribir algún libro sobre ella?
– Esto es más difícil. Es cierto que la montaña es mi gran pasión. Cuando me jubilé hace tres años me fui al Kilimanjaro para celebrarlo y lo subí con unos amigos. También ascendí al Tubkal, en los Atlas marroquíes. Conozco bien los Pirineos, he subido muchos picos; conozco entera la montaña riojana, vasca y navarra... Es mi pasión, pero cuando escribo un libro, el tema tiene que ser, lo primero, especialmente atrayente para mí. Puede que algún día lo haga, pero tengo que encontrar un tema de interés en el que la montaña sea parte de la historia, no el tronco de la misma.
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