Y las aguas del Ebro anegaron Logroño en 1775
Historias de La Rioja sin salir de casa ·
Tanto La Rioja como buena parte de la cuenca del río sufrieron una de las crecidas más fuertes de su historia, que causó graves daños materialesHistorias de La Rioja sin salir de casa ·
Tanto La Rioja como buena parte de la cuenca del río sufrieron una de las crecidas más fuertes de su historia, que causó graves daños materialesAunque la mayor tragedia humana provocada por el Ebro a su paso por Logroño ocurrió el 1 de septiembre de 1880, cuando el naufragio de un puente volante costó la vida de 90 militares del Regimiento Valencia en un desgraciado accidente, la mayor crecida ... de las aguas del río se registró en junio de 1775.
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Así lo relataban ese mismo año las autoridades municipales en un informe de ocho páginas, titulado 'Verdadera relación, en la que se da cuenta, y declaran los formidables estragos, que en la fábricas, y campos de esta muy Noble y Muy Leal ciudad de Logroño ha ejecutado el soberbio río Ebro en los días 19, 20 y 21 del mes de junio de este año de 1775'.
Firmado por Jacinto Rodríguez, maestro titular encargado por el concejo para redactar la memoria, en su portada destaca el escudo de Logroño, con su puente medieval, que fue literalmente sepultado y hundido uno de sus torreones defensivos por la corriente del río más caudaloso de España.
Las inundaciones provocadas por el río Íbero –que así lo llamaban los romanos–, no solo afectaron a Logroño, sino también a otras localidades de La Rioja; en Miranda de Ebro su puente quedó derruido y en Zaragoza fueron catalogadas como «la espantosa y jamás vista avenida del río Ebro».
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La crecida del Ebro rondó una fecha atípica, el inicio del verano astronómico. La primavera había sido muy seca, hasta el punto de que se llegaron a realizar rogativas pro pluviam para que el Señor concediera la tan ansiada lluvia. Cuando comenzó la crecida, nadie le dio importancia, pues junio es un mes inusual, pero la gran acometida del Ebro pilló a todos por sorpresa.
Según Jacinto Rodrigo –corroborado un siglo después por el historiador Francisco J. Gómez–, el daño causado por el caudal ascendió a 203.050 reales, lo que obligó –una vez reparado el puente– a cobrar 4 maravedíes a cada caballería mayor que transitara por él. También quedó malherida la ermita de San Juan de Ortega (hoy desaparecida), en la margen izquierda, en honor del discípulo de Santo Domingo de la Calzada, y al que se atribuye la construcción del puente original.
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Si bien la muralla evitó daños mayores en el interior del casco urbano, las huertas, los molinos y otros negocios situados a ambas orillas sufrieron graves perjuicios, sobre todo la producción agrícola.
Cuando el ingeniero Fermín Manso de Zúñiga diseñó el Puente de Hierro en 1882 por orden de Sagasta, tuvo muy en cuenta la crecida de 1775, así como las de 1831 y 1871, y situó a ocho metros la altura del tablero.
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'Verdadera relación, en la que se da cuenta, y declaran los formidables estragos, que en la fábricas, y campos de esta M.N. y Muy Leal ciudad de Logroño ha ejecutado el soberbio río Ebro en los días 19, 20 y 21 del mes de junio de este año de 1775', por Jacinto Rodríguez, disponible en: http://bibliotecavirtual.larioja.org/bvrioja/i18n/consulta/registro.do?id=570
'Itinerarios del río Ebro y de todos sus afluentes'. Dirección general de Obras públicas (1882), disponible en: http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000001556
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