Los Vinagres, Messura y Guadalupe Plata en el Festival Actual

Pedro de Dios (guitarra y voz), Carlos Jimena (batería) y Paco Luis Martos (contrabalde, bajo de cajón y guitarra), forman un trío fuera de lo normal que en sus discos destilan personalidad y frescura, pero es en directo cuando transmiten una energía como de otro mundo sin recurrir a la electrónica. Es en realidad una energía subterránea que procede de los territorios fronterizos del rock sureño, el country aguardentoso y los corridos, ritmos hipnóticos a lomos de mula vieja y unas letras obsesivas que parecen invocar demonios malditos y fantasmas borrachos de cantinas pendencieras. Escuchándolos, uno cree acabar de fugarse de un penal de forzados encadenado con grilletes a una enorme bola de blues-rock.

Con todas las entradas vendidas, con Messura y Los Vinagres precediéndoles como teloneros, su actuación comenzó a medianoche y en hora y media dispararon casi veinticinco temas, principalmente de su último disco, el cuarto homónimo y seguramente el más oscuro, sin olvidar otros anteriores bien conocidos por sus seguidores. Como corresponde a esta banda de forajidos, la guitarra en el centro, flanqueada por el contrabalde casero y la batería, empezó a restallar como látigo en manos de un loco. Una botella de anís rascada completaba esporádicamente el grupo llamando a los que habían salido a fumar. Era la hora de abrir fuego.

'Barreño en llamas' precisamente y otros instrumentales como 'Corral, corral' y 'Filo de navaja' se intercalan como puñales en medio de la balasera de canciones del trío de Úbeda. Entre 'Oigo voces' y 'Boogie de la muerte' fueron cogiendo velocidad de galope por sus oscuros paisajes, unos desérticos otros cenagosos, pero todos ellos para perderse hasta el delirio. Así iban sonando 'Hoy como perro' y 'Rata', deambulando por callejones del country-rock más crudo.

'No te vayas', 'Diente de plata'... A los densos ritmos de un blues tan extraño se suman breves y lacerantes letras obsesivas repetidas en ciclos como lo haría un cantaor flamenco: 'En este cementerio' hace tanto calor que hasta los muertos sacan los huesos al sol... O como un mariachi a sueldo en un narcocorrido vengativo: 'Lo mataron', detrás de la zarzamora mataron a un forastero...

Y después de cambiar el barreño por el bajo casero de caja de madera, vuelta a los callejones llenos de basura con 'Huele a rata', 'Serpientes negras' y 'Duermo con serpientes'.

El concierto se acercaba al final con el público, algo mermado ya después de cuatro horas de velada, pegado al escenario con los Guadalupe dispuestos a morir con las botas puestas. Llegaron entonces un potente clásico del grupo y otro que lo va a ser: 'Lorena' y 'Corralera del veneno', de nuevo recuperando la botella de anís como diciendo esto es todo amigos, ha sido divertido pero es hora de volverse a la tumba. Pareció que se marchabn sin tocar 'Milana bonita' y 'Calle 24', pero todavía volvieron justo para conceder ese bis a los supervivientes de sus correrías de leyenda del lejano oeste y el sur profundo en este norte del demonio. Lástima, se guardaron en el cargador '¿Qué he sacado con querete?'; habrían demostrado que también Violeta Parra cabe en Actual.

La noche había comenzado cuatro horas antes con Messura haciendo honor a su pasión por el rock clásico y contundente, power-pop sin concesiones y mucha fe en la música, la del 'Pescador', el tema principal de su disco 'Otoño XVII'. Su más que interesante primer trabajo de estudio se convierte en directo en un auténtico vendaval de intensidad que recuerda remotamente al viejo punk, pero que ellos hacen subir y bajar incensamente, con Diego M. Continente (guitarra y voz) al frente, junto con Germán Ruiz-Alejos, Joselu Arriezu y David Burgui completando la banda con una segunda guitarra, un bajo muy marcado y la batería; más Sara, Irene y Marta como trío de cuerdas en un par de momentos destacados del concierto.

Algunos problemas de sonido, debidos quizás al excesivo volumen para el recinto, molestaron la escucha de una muy buena actuación de esta banda formada por músicos riojanos y navarros, que ya tocaron con éxito en el Muwi de agosto y tienen a sus incondicionales en Logroño. Anoche se les vio entregados e incluso extasiados desgranando temas como 'Silencio' con el trío de cuerdas, que le da un punto más sofisticado al sonido más bruto del cuarteto; 'Horizontes' y 'Carnaval', antes de obsequiarse un bis de auténtica fuerza y felicidad, como animales y cantos de sirena. 'Esto es la hostia', dijo Continente por despedida al arrojar su guitarra contra el suelo.

Los Vinagres hicieron a continuación una actuación muy festivalera, verbenera incluso, según ellos mismos, que vinieron a triunfar en Logroño, aunque no necesariamente sobre el escenario. Al trío de La Palma, Abel (guitarra y voz), Sergio (bajo) y Rober (batería), les hierve la sangre en una mezcla de rok y son caribeño, con influencias que van desde Santana a Jimi Hendrix (al menos en el peinado) y un resultado volcánico. En Logroño hicieron erupción con su 'Chibichanga', 'Aunque llueva', 'Verbenita' y, otros temas erótico-festeros, como 'Aguardiente'. Aguardiente en bodega.