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Campaña de las autoridades sanitarias de Brasil contra el tabaquismo en una de las imágenes difundidas, que muestra a una mujer con el semblante dramáticamente deteriorado a causa del consumo de tabaco.
Tabaco y cuidado de la piel
EL ESPECIALISTA

Tabaco y cuidado de la piel

La nicotina también es dañina para las fibras y la textura de la piel, además de provocar manchas amarillentas que afean los dedos

MIGUEL AIZPÚN

Lunes, 5 de junio 2017, 23:58

Logroño. Mucho se ha escrito sobre el impacto del hábito de fumar sobre la salud. Pero el protagonismo de las repercusiones más graves (especialmente el cáncer de pulmón) ha provocado que se hable bastante poco de los efectos, también importantes, sobre otros órganos del cuerpo humano. Así ocurre, por ejemplo, con los aspectos referidos al cuidado de la piel, sobre los que el tabaquismo ejerce una influencia claramente negativa, tanto en el ámbito estrictamente clínico como en el estético.

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  • Se producen arrugas prematuras que están producidas por alteración de las fibras elásticas de la piel

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  • Cabello reseco y quebradizo

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  • Piel seca y atrófica

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  • Olor corporal a tabaco.

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  • Dificultad en la cicatrización

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  • Favorece el cáncer de labio

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  • Agrava los melanomas

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Los fumadores de una cierta edad recordarán cómo el tabaco se erigía en acompañante habitual (hasta constituir casi un rasgo distintivo) de los principales héroes del celuloide, desde el sheriff defensor de la ley en el western hasta el sagaz detective del cine negro.

Las mujeres empezaron a fumar de forma masiva en nuestro país dos décadas más tarde que los hombres. El consumo del colectivo femenino sigue siendo el que más crece en España y las consecuencias sanitarias ya se dejan ver: enfermedades como el cáncer de pulmón se han incrementado de forma espectacular entre las féminas. Además, evitar las campañas publicitarias que vinculan sexo femenino, glamour y tabaco es una tarea prácticamente imposible.

Por lo que se refiere al cuidado de la piel, el tabaco incentiva su envejecimiento y la aparición de arrugas prematuras. La nicotina es también dañina para las fibras y la textura de la piel, además de provocar manchas amarillentas que afean los dedos que sostienen al cigarrillo y que delatan gráficamente a los fumadores.

El tabaco lesiona la piel del todo el cuerpo siendo esto más manifiesto en la cara porque se suman los efectos de los rayos ultravioletas del sol. Provoca deshidratación de la epidermis y destrucción de las fibras elásticas de la dermis con la aparición de arrugas y envejecimiento cutáneo prematuro.

El envejecimiento prematuro en la piel acusa más a las mujeres debido a las características de su piel, que suele ser más delicada que la de los hombres.

El British Medical Journal publicó, en 1985, un estudio del Dr. Douglas Model en el que se revelaba que la mayoría de los fumadores con más de diez años de hábito podían ser identificados a través del examen facial. De esta forma, la 'cara del fumador' vino a definirse por una serie de rasgos característicos, tales como arrugas muy marcadas que contribuían a presentar un aspecto envejecido, una piel de apariencia atrofiada, semblante demacrado y manchas cutáneas de color púrpura.

Resulta evidente que el tabaco es el enemigo declarado de la piel y, por ello, de la estética. El atractivo que nos vendían en aquellas películas del lejano Oeste y de los sagaces detectives de los filmes policíacos venía a ser, en la realidad, tan falso como los grandes decorados de cartón piedra. Y, afortunadamente, desconocíamos el olor contaminado de su aliento.

Sería prolijo enumerar los efectos negativos del tabaco que, por otra parte, han sido tan publicitados que la relación vendría a cansar al lector. Aunque existen razones evidentes que aconsejan abandonar o, cuando menos, minimizar el hábito de fumar, tampoco se trata de demonizar a los adictos del tabaco.

Hay que ser positivos e inscribir la renuncia al placer de fumar en el contexto de un estilo de vida saludable, a la postre mucho más placentero. Si se coloca la adicción al tabaco en una balanza, ponderando sus ventajas e inconvenientes, observará cómo los segundos superan ampliamente a las primeras. Y, como la vida, es un proceso de elección continuada, hay que obrar en consecuencia. Procurando saborear al máximo la alegría que proporcionan las decisiones racionales.

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