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La niña del abrigo rojo

La niña del abrigo rojo

Jonás Sainz

Lunes, 3 de abril 2017, 11:34

Miro sin ver, veo pero no hago nada y lo que hago es tan leve que una hoja en blanco bastaría para dibujar el mapa de mí mismo si, como sostiene Wittgenstein, . Valiente cosa. En 'El cartógrafo' de Juan Mayorga, ante la siempre impresionante ... Blanca Portillo y el admirable José Luis García Pérez, recordé a la niña del abrigo rojo y a Schindler. En la película de Spielberg, durante la liquidación del gueto de Cracovia, una niña camina entre la vesania de los soldados nazis humillando y matando judíos o acarreándolos hacia los trenes a los campos de explotación y exterminio. En medio de los disparos y los montones de muertos, nadie parece reparar en la pequeña a pesar de destacar en rojo sobre el blanco y negro del horror. Nadie salvo Schindler, que desde una loma próxima observa la escena con una mezcla de incredulidad e impotencia que le paraliza. Mirando sin ver, viendo pero incapaz de hacer nada. Esa niña representa lo que el resto del mundo sabía que ocurría en la Europa nazi. Y todavía hoy sigue representando muchas cosas. Más adelante, cuando el monstruoso Goeth ordena deshacerse de los cadáveres de más de diez mil judíos asesinados en el campo de Plaszow y en la masacre de Cracovia, Schindler vuelve a ver en una carretilla, junto a otros brutalmente quemados, el cuerpo de la niña envuelto en su abrigo rojo. Es la sangrante imagen de la inocencia ultrajada. Mirar para otro lado te convierte en cómplice. Es entonces cuando Schindler por fin decide hacer algo, por poco que sea; es entonces cuando Oskar decide escribir su lista, trazar el mapa de la salvación de un puñado de judíos y de su propia alma atormentada.

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