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Jonás Sainz
Viernes, 3 de marzo 2017, 11:14
Parece mentira, pero más de seis décadas después del estreno de 'Escuadra hacia la muerte' (1953), la tercera guerra mundial todavía no ha sido declarada. De un modo u otro, el conflicto continúa siendo una amenaza incierta y la obra, totalmente actual. El ... drama antibelicista y existencialista a partes iguales de Alfonso Sastre, el título que dio a conocer al dramaturgo más combativo de nuestro teatro pero que después ha sido escasamente representado, llega ahora al Bretón (a las 20.30 h.) en la reposición de Paco Azorín para el Centro Dramático Nacional y Metaproducciones.
'Escuadra hacia la muerte', de Alfonso Sastre
Dirección Paco Azorín
Intérpretes Unax Ugalde, Julián Villagrán, Iván Hermes, Agus Ruiz, Jean Cornet y Carlos Martos
Producción Centro Dramático Nacional y Metaproducciones
Teatro Bretón 20.30 h.
Unax Ugalde, Julián Villagrán, Iván Hermes, Agus Ruiz, Jean Cornet y Carlos Martos dan vida a los seis soldados destacados en el bosque a escasos kilómetros del enemigo dispuesto a atacar. En su día, el crítico Juan Emilio Aragonés calificó a estos personajes como «seis hombres provisionales producto de esta Europa también provisional». También hoy tienen mucho que decir.
Tiempo después, el propio Sastre explicaría su intención: «Mi obra es una invitación al examen de conciencia de una generación de dirigentes que parecía dispuesta, en el silencioso clamor de la guerra fría, a conducirnos al matadero».
Desde luego, 'Escuadra hacia la muerte' es eso, pero, en la distancia del tiempo, resulta también un drama sobre la incomunicación, sobre todo, en el ambiente de un clima bélico que va más allá de una hipotética tercera guerra mundial. De ahí que el autor optara por el relato realista, a pesar del intento de proponer ciertos planos simbólicos. El tiempo, quizás, haya desgastado tales intenciones, aunque, por otro lado, fortalecido el carácter de los personajes, la pura narración, e incluso un mundo de ocultas intenciones que se materializan en la realidad de una patrulla condenada a la peor de las derrotas: la que procede de sus mismos integrantes, convertidos, de manera inexorable, en los principales enemigos.
Azorín, por su parte, se ha interesado por «ese aspecto futurista a la vez que universal». «Futurista -explica- por su localización temporal, y universal por la presencia del hombre como medida y símbolo de toda una civilización. El tono realista y existencialista de las escenas nos sitúa cara a cara con los temas fundamentales de la literatura de todos los tiempos: el sentido de la existencia, el determinismo de nuestra conducta, el peso de la culpa, la jerarquía, la existencia o no de Dios, y así sucesivamente hasta recorrer todo el ideario de un convulso siglo XX, que todavía está dando sus últimos coletazos».
Así, después de mucho tiempo, volveremos a encontrar a esta escuadrilla condenada dentro de un búnker futurista, con un toque entre Orwell y Kubrick y un espacio sonoro dominado por la inquietante música de Olivier Messianen (1908-1992) 'Cuarteto para el fin de los tiempos'.
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