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Inés Martínez
Jueves, 5 de enero 2017, 10:12
El tic-tac del reloj de Ibercaja acompaña el compás de las palabras de Andrés, encargado de su mantenimiento en 1948. La voz le tiembla, el espacio es oscuro y la brisa de enero se cuela mientras cuenta una historia dura para él. La de ... su madre y su padre. Esa torre, situada en pleno Espolón de Logroño, fue el único testigo de un amor intenso, profundo y sincero, pero también triste, agónico y tenso.
Guión Sapo Producciones
Lugar Reloj de Ibercaja, en El Espolón
Representaciones Jueves y viernes a las 17.30, 18.30, 19.30, 20.30 y 21.30
Entradas agotadas
Actores Josué Lapeña, María Martínez-Losa y Martín Nalda.
Director Cipriano Lodosa
El relojero reconoce que siempre le fascinaron los relojes: «Desde pequeño quise saber qué había dentro. Me encantaba destriparlos. Siempre pedía a mi madre que me llevara a ver uno de esos que hay en las torres. Pero ella agachaba la cabeza y me ignoraba. Yo no entendía por qué». Con estas palabras comienza la narración de la 'Cuando suena el carillón', que hace viajar al espectador al periodo de entreguerras junto a María, una joven criada que un día descubre una sorpresa junto a la maquinaria del reloj que corona el edificio en el que trabaja.
No desvelaremos más de la historia, pero Sapo Producciones ha elegido un lugar emblemático de Logroño para sus representaciones enmarcadas dentro del Festival Actual. Todo acompaña: la luz, el minúsculo espacio, las vistas, el frío. Y es fácil trasladarse con los tres actores a ese momento dramático de la historia de España.
Con el toque de los cuartos
Al igual que el carillón interpreta su melodía cada hora, Sapo Producciones interpreta una historia de realismo mágico. Todo empieza un momento antes del toque de los cuartos y termina con el toque de las horas. En un espacio reducido, Martín Nalda, Josué Lapeña y María Martínez-Losa dan vida al narrador y a quienes vivieron aquella triste historia y sobrecogen al espectador. La aventura se desarrolla en dos espacios diferentes. Por un lado, la sala en la que se encuentra la maquinaria y por otro el campanario, y todo ello reducido a 15 personas. Las entradas para este espectáculo fueron unas de las que primero se agotaron dentro de la programación de Actual. Pide a gritos continuidad.
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